miércoles, 7 de mayo de 2008

LA EDUCACIÓN LECTORA DEL FRANQUISMO

Enciclopedias y colecciones de lecturas para adolescentes

Los niños y adolescentes de entonces teníamos también nuestras lecturas y nuestras colecciones. Entre las más conocidas se hallaban la Enciclopedia Pulga, con su famoso logotipo del libro abierto y el pie “El saber no ocupa lugar”, y su lema famoso: “Todo el maravilloso mundo de la ciencia, del arte, de la técnica, de la literatura, Historia, Viajes, Biografías, etc., a su alcance”. O la Enciclopedia Popular Ilustrada, con su lema “La tierra, el pensamiento, el hombre, las musas”. O la Colección Araluce, “Las obras maestras al alcance de los niños. Declaradas por Real Decreto de utilidad pública y de uso para las Bibliotecas Circulantes”, como rezaba su subtítulo. O la muy parecida Colección Ortiz, ésta sólo de clásicos castellanos.
Y hablando de estos últimos, había también una Biblioteca de clásicos escolares, publicada bajo la dirección del R. P. Ramón Ruiz Amado, S.J., con tomos de Cervantes, La cristiada de Hojeda, Calderón de la Barca, La epopeya de América, Lope de Vega, Quevedo o Tirso de Molina.
Asimismo había un Don Quijote de la Mancha escolar adaptado a las mentes niñas y redactado pensando en ellas, que yo mismo, como ya he dicho en otro lugar de este ensayo, leía de pie y en corro con mis compañeros de clase, ante la mirada atenta del hermano Salesiano en el colegio que tenía esta Orden en mi ciudad natal. Este libro tenía una innovación y era que las partes descriptivas y “escenas menos convenientes a las mentes pueriles” habían sido suprimidas o resumidas gráficamente como en los Tebeos y demás historietas ilustradas, de lo que ya se ha hablado aquí de forma breve por salirse un poco de los límites de este trabajo, pero que constituían un gran alimento lector para los chicos de entonces como lo siguen siendo en la época actual.

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