lunes, 26 de mayo de 2008

Cuando todo era hiel

Recuerdo que la noche era un folio de nieve,
y tú eras las palabras que volaban sobre él,
cual gaviotas sin isla o arena sin cristales.
Recuerdo que la noche se hizo día,
y tú seguías sembrando tus versos en mis surcos.

Después pasó el verano, y las estrellas
del trigo florecieron. No volvimos
a vernos más los ojos. Pero siempre
recuerdo la distancia que tu sombra
detrás iba dejando. Ahora recuerdo
que fue todo un invento de mis ansias
por tener a mi alcance una sonrisa,
cuando todo era hiel y lontananza
y un otoño sin hojas ni deseos.

Recuerdo al fin que nada
era dulce en mi vida: sólo arena
perdida entre las olas de la vida.
Recuerdo...
Sólo siembro recuerdos, sólo brisas
sin odios, sin olvidos...
Y así recojo el eco de tu voz,
el eco de algo bueno que jamás
podrá existir si no es en mi deseo.

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