Las palabras guardan secretos interesantes y a la vez trampas para los usuarios del idioma. Un ejemplo de lo afirmado lo constituyen las dos palabras que encabezan esta entrada.
La espada es un arma blanca de dos filos que consiste básicamente en una hoja recta cortante, punzante —o con ambas características—, con empuñadura, y de cierta longitud.
La aguja es una barrita pequeña de metal muy fino, que tiene un extremo terminado en punta y el otro con un agujero por donde se pasa un hilo para coser o bordar.
Estos dos sustantivos femeninos, espada y aguja, sirven además para identificar a las personas que las emplean para ejercer su oficio: el torero y el sastre, respectivamente.
Y aquí viene la trampa a que aludía más arriba. Si el hablante nombra uno y otro oficio valiéndose de esos sustantivos, debe tener en cuenta que son femeninos y debe construir sus frases de acuerdo con ello. Si bien en el caso de espada, con el sentido de matador de toros, el género es común, es decir, tanto se puede emplear el masculino (el espada) como el femenino.
Y vamos a la trampa.
Anoche en una de las cadenas con más audiencia, la presentadora, refiriéndose a los sastres más conocidos de nuestro país, no dudó en decir: "Aquí están los mejores agujas de España." ¡En masculino! Cuando lo correcto hubiera sido:
Aquí están las mejores agujas de España.
Observación:
A diferencia del otro sustantivo, aguja, con el sentido el que confecciona trajes, no permite aún el empleo generalizado del género común.
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