Regresamos a México, cuna de grandes líricos, para destacar a uno de los más importantes del siglo XIX,
Manuel Gutiérrez Nájera (1859- 1895)
Periodista y poeta, su padre, que era comediógrafo, lo puso en el camino de la literatura en general y de la poesía en particular. Sus primeros poemas aparecieron en los periódicos más importantes de México, y enseguida su poesía delicada y sensible llamó la atención de la crítica. Se le considera un premodernista, pues antes que Rubén Darío, el padre indiscutible del Modernismo poético, Gutérrez Nájera se dejó influenciar por los poetas franceses del simbolismo y parnasianismo, de ahí su romanticismo modernista o su modernismo romántico, que es lo mismo. Aun así, su poesía se acerca, por sus temas y su tono hogareño y familiar, a corrientes más actuales, como ocurre por ejemplo en poemas como La misa de las flores. Justo Sierra, amigo del poeta, publicó sus versos al año siguiente de su muerte, ocurrida cuando aún no había cumplido los cincuenta años.
He aquí uno de sus más sentidos poemas, titulado
Para entonces
“Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: “Soy tuya”,
aunque sepamos bien que nos traiciona.”
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