sábado, 29 de mayo de 2010

TEATRO ADAPTADO

Hoy inicio una nueva sección. La titulo TEATRO ADAPTADO porque se trata de eso, de poner en lenguaje sencillo y en formato reducido piezas teatrales de algunos de nuestros más conocidos dramaturgos de todas las épocas. En esta ocasión le toca a don Ramón de la Cruz (Madrid, 1731-1794), conocido especialmente por sus sainetes, entre los que destacan Las castañeras picadas, El rastro por la mañana, Las tertulias de Madrid o éste que presentamos ahora. Que aproveche.



EL CAFÉ DE MÁSCARAS

PERSONAJES (Por orden de aparición)
DON MAURO. Hombre metódico y padre celoso de sus obligaciones.
DOÑA MENDA. Viuda.
PAQUITA. Hija de la anterior.
DON MANUEL. Galán.
DOÑA JULIA. Dama ligera de cascos.
NISO. Marido de la anterior.
DON QUIROTECA, amigo de Don Mauro.
UN CAMARERO.
UNA PAREJA.
GITANA. De verdad.
HOMBRE. Su marido.
ESCOTOFINA. Hija de don Mauro.
CASILLENO. Su novio.


PRIMER CUADRO
En la calle, a la puerta del café donde más tarde se celebrará el baile de máscaras. Es por la tarde. La luz del día irá apagándose a medida que avance la obra.

DON MAURO (En la puerta del café, amparado por un árbol y disfrazado de caballero con antifaz mientras ve llegar gente disfrazada.) Este don Quiroteca siempre acaba liándome. Y aquí estoy, a la puerta del café, aguantando el mal gusto de la gente. Ya no es como antes, que se tenía gran cuidado con los disfraces y había porte y distinción en los disfrazados. Me estoy arrepintiendo. Menos mal que he dejado acostada en la cama a mi querida hija Escotofina. Ahí llegan doña Menda y su hija Paquita. ¡Qué descoque! Si apenas lleva muerto su marido dos semanas y ya tiene ganas de celebrarlo.
DOÑA MENDA. (De luto y con un velo negro tapándole la cara. A su hija.) No te apartes ni un instante de mi lado y no se te ocurra quitarte el velo que te cubre la cara. No sea que el diablo lo enrede todo y dé que murmurar.
PAQUITA (Enfadada.) Entonces qué. ¿Me has traído aquí para que me quede tiesa como un palo? (Entran en el café.)
(Llega DON MANUEL.)
DON MAURO. Ahí viene ese Don Juan de pacotilla en busca de algún plan para burlar a algún marido.
DON MANUEL. (Descubierto. Contando el dinero que lleva en la mano.) Uno, dos, tres, cuatro duros. No sé si tendré bastante para pasar la noche. Y tampoco me acaba de gustar el plan de doña Julia. Eso de que me presente así, sin taparme para que luego en medio del barullo del baile ella se junte conmigo en el primer descuido de su marido me tiene escamado. Ya veremos qué pasa. (Entra en el café.)
DON MAURO. Ahí llegan doña Julia y su marido Niso, blanco de los planes de Don Manuel.
DOÑA JULIA. (Disfrazada de gitana y con un capote de raso.) ¿Me traes algo para después, cariño mío?
NISO. (Haciéndole carantoñas.) Pues claro, mujercita. En la faldriquera te he metido almendras y un buen trozo de jamón para que tomes un bocado a medianoche.
DON MAURO. (Aparte.) Este tío sí que es ridículo. ¿Qué pretenderá un pobre oficinista con seis reales de sueldo? (Espera a que DOÑA JULIA y NISO entren en el café para hacer él lo mismo.)

SEGUNDO CUADRO
En el interior del café. Mesas ocupadas por algunas personas. En la barra hay algún parroquiano. Columnas y espejos. Están encendidas las lámparas del techo.

DON MAURO. (Se arrima a DON QUIROTECA, que con una careta de payaso está apoyado en la barra ante una taza de café.) A menudo sitio me has traído. Con lo bien que estaba yo en casa.
DON QUIROTECA. Paciencia. Dentro de nada verás al mundo tal como es, pese a las máscaras y disfraces que lleva puestos. Mira a la parejita de esa mesa.
(El CAMARERO se acerca a la PAREJITA, ella disfrazada de gata y él de gato, para servirles.)
EL CAMARERO. ¿Qué van a tomar ustedes?
LA PAREJITA. (Visiblemente enfadada.) ¡Nada!
EL CAMARERO. Pues para asado es muy bueno. (Vuelve a la barra. A DON MAURO.) ¿Y usted? ¿Va a tomar algo?
DON MAURO. Nada, gracias. En casa me espera la cenita y no quiero perder el apetito. (El CAMARERO se pone a fregar unos vasos.) (A DON QUIROTECA.) Lo que quiero es quitarme este antifaz. ¡Vaya calor hace aquí dentro! Pero por otra parte, no quiero que nadie me reconozca.
DON QUIROTECA. (Levantándose la careta de payaso.) Pues yo tengo que quitármela para tomar el café. (Da un sorbo a la taza.) Mauro, mira a Don Manuel montando el número con esa mujer sola disfrazada de gitana.
(DON MANUEL y la mujer disfrazada de gitana pasan por delante de DON MAURO y DON QUIROTECA.)
DON MANUEL. ¿Pero quién eres, mujer?
LA MUJER SOLA. Una mujer que se va.
DON MANUEL. Pues si te vas, ¿por qué no nos vemos mañana a las once en los Capuchinos?
LA MUJER SOLA. Lo podría ver doña Julia.
DON MANUEL. ¿Qué Julia? Julia es una birria. A quien yo quiero es a ti.
LA MUJER SOLA. (Se va enfadada.) Esta me las paga el muy imbécil.
DON MAURO. Ese tío es un infeliz. No sabe el muy bruto que esa mujer es precisamente doña Julia.
DON QUIROTECA. ¡No me digas! ¿Qué te decía yo? Aquí el mundo se muestra tal como es. Mira, si no, a ese energúmeno que viene hacia aquí gritando.
NISO. (Hecho un basilisco.) ¿En dónde se habrá metido esta mujer mía? (Vocea.) ¡Julia!, ¡Julia! (A DON MAURO.) ¿Ha visto usted a mi mujer?
DON MAURO. Si le digo la verdad, hace un momento la vi salir del café.
(NISO tropieza con DON MANUEL.)
NISO. ¿Ha visto usted a mi mujer?
DON MANUEL. ¿De qué va disfrazada?
NISO. De gitana.
DON MANUEL. (Asombrado.) ¿De gitana dice? (Titubea.) Pues… pues…, no, no, no creo.
(Se van cada uno por su lado.)
DON MAURO. Me alegro de haber venido. Esto es verdaderamente un sainete donde el mundo se retrata a sí mismo. Y ahora veo que he hecho bien en no traer aquí a mi Escotofina del alma. ¡Qué ricamente debe estar en la cama!
(Aparecen por la puerta del café una GITANA y un SEÑOR que traen a NISO desmayado.)
GITANA. (Rodeada de gente.) He aquí lo que ha pasado. (Señala a NISO.) Este hombre desmayado iba buscando ansiosamente a su mujer, disfrazada de gitana, y al verme se ha creído que era ella, y me ha abrazado con fuerza sin apreciar que llevaba de mi brazo a mi hombre aquí presente (Señala a su acompañante.) Entonces se han puesto a pelear y mi marido le ha sacudido un mamporro que ha dado con él en el suelo. Y se ha traspuesto, como ven.
(Todos se van quitando los disfraces. DOÑA JULIA, regañando con DON MANUEL, se acerca a NISO, que en ese momento abre los ojos.)
DOÑA JULIA. (A NISO con mimo.) Hola, cariño. Gracias por volver en ti y gracias por todo. De ahora en adelante verás cómo cambio y estoy sólo por ti.
(La parejita disfrazada de gatos también se quita las caretas. Ella es ESCOTOFINA, la hija de DON MAURO, y él, DON CASILLENO, el novio de ella. DON MAURO, al ver a su hija se acerca a ella visiblemente sorprendido.)
DON MAURO. ¡Hija ingrata! ¿Tú aquí sin saberlo tu padre? (A su novio.) ¿Y usted quién es, joven? ¡Cómo se atreve…!
DON CASILLENO. (Con gesto de pedir calma.) Paciencia, don Mauro. No estropeemos la función. En pocas palabras se lo digo: Desde este mismo momento usted es mi suegro; lo demás se lo diré en casa.
(Todos ríen y aplauden.)
FIN

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