Labios para callar y corazón
para sentir mientras la marcha
de Thalberg sigue al paso
de la Soledad más sola. Mañana
de churros y aguardiente.
Tres Cruces, las campanas
mágicas de Barandales,
el río que nace y muere en San Frontis…
Por el cristal del tiempo
la mañana y la noche se hacen una.
Labios para callar
y corazón para sentir. La lluvia
acaso mojará el descendimiento
o la trémula lanza de Longinos
en la explanada de la Catedral,
pero siempre brillará en el alma
mi mirada bajo el capuz
de un santo Viernes Santo que no olvido.
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