Ahora el puente sabe a río
que refleja faroles y cornetas,
caperuces morados y los pasos
del Jesús de San Frontis y la Virgen
de la Esperanza.
Me espera la plazuela del recuerdo,
la casa de la infancia y los visillos
del balcón movidos por la mano
de la madre que cose eternamente.
Es la hora de la despedida.
Jesús genuflexiona
ante la imagen de su Madre
y luego marcha solo hacia su iglesia
entre oscuros negrillos y el sollozo
del Duero en las azudas.
Mientras la Virgen de la Esperanza
enfila Cabañales para entrar
en las Dueñas. ¡Cómo grita
el recuerdo entre los carros!
El tiempo se agarraba al ojo blanco
de la luna en el Puente,
que ahora sabe a río que refleja
lo que deseo que jamás se escape
este amor a las cosas más pequeñas
que conmigo crecieron en la infancia.
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