ÚLTIMA CONFESIÓN
DE VOLTAIRE EN FERNEY
Nací pobre, sensual, irreverente.
Fueron mis primeros apoyos
una mujer galante y un abate libertino.
Traté de ensanchar mis horizontes con ingenio y espíritu
y logré algunos éxitos en los teatros y las alcobas.
Un epigrama me llevó a prisión,
y me costó sangre rebatir las palabras de un noble.
No lograba vivir sin la sátira,
el pinchazo de aguijón o el golpe de hacha.
Y para ser impune y libre,
me hice rico y famoso,
temido por mis enemigos y protegido por los poderosos.
Fueron la fama y el dinero los pilares que aguantaron mi bastión
y puse en él de guardias el favor de los fuertes y el temor de los débiles.
Y protegido así,
liberé a mi ingenio destructor,
mi demonio burlón y mi odio contra la iglesia,
la nobleza y la monarquía.
Si mis burlas juveniles
no hubieran sufrido castigos humillantes,
habría llegado a ser un buen poeta
y no el demoledor de los cimientos del siglo.
Mi orgullo vulnerado modificó el rumbo de mi vida,
me secó el corazón,
hizo un desierto de mi inteligencia
y frenéticas mis ansias de escarnecer al mundo.
Hubo gente que vio en mí un liberador de inteligencias
o un portador de nuevas luces,
y no era más que un esclavo de mi naturaleza y mi venganza,
DE VOLTAIRE EN FERNEY
Nací pobre, sensual, irreverente.
Fueron mis primeros apoyos
una mujer galante y un abate libertino.
Traté de ensanchar mis horizontes con ingenio y espíritu
y logré algunos éxitos en los teatros y las alcobas.
Un epigrama me llevó a prisión,
y me costó sangre rebatir las palabras de un noble.
No lograba vivir sin la sátira,
el pinchazo de aguijón o el golpe de hacha.
Y para ser impune y libre,
me hice rico y famoso,
temido por mis enemigos y protegido por los poderosos.
Fueron la fama y el dinero los pilares que aguantaron mi bastión
y puse en él de guardias el favor de los fuertes y el temor de los débiles.
Y protegido así,
liberé a mi ingenio destructor,
mi demonio burlón y mi odio contra la iglesia,
la nobleza y la monarquía.
Si mis burlas juveniles
no hubieran sufrido castigos humillantes,
habría llegado a ser un buen poeta
y no el demoledor de los cimientos del siglo.
Mi orgullo vulnerado modificó el rumbo de mi vida,
me secó el corazón,
hizo un desierto de mi inteligencia
y frenéticas mis ansias de escarnecer al mundo.
Hubo gente que vio en mí un liberador de inteligencias
o un portador de nuevas luces,
y no era más que un esclavo de mi naturaleza y mi venganza,
un viejo pesimista y cínico,
que por querer huir del sol eterno
se ve en su noche entretenido
con los fuegos artificiales de su argucia senil desesperada.
que por querer huir del sol eterno
se ve en su noche entretenido
con los fuegos artificiales de su argucia senil desesperada.
Ésta es mi verdadera historia
y no la que escribieron mis más cándidos amigos
y mis enemigos más benevolentes.
No pude ni quise ser cristiano.
Dios era simplemente un relojero paciente para mí
y no un padre amantísimo.
La caridad era filantropía
y la generosidad un recurso apostólico.
Ojalá piense Dios en el triste origen de mis culpas,
en el bien que he podido hacer
y en esta especie de confesión última.
No espero otra cosa.
Haberlo olvidado en vida será el tormento de mi eternidad.
La caridad era filantropía
y la generosidad un recurso apostólico.
Ojalá piense Dios en el triste origen de mis culpas,
en el bien que he podido hacer
y en esta especie de confesión última.
No espero otra cosa.
Haberlo olvidado en vida será el tormento de mi eternidad.
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