jueves, 15 de septiembre de 2011

Teatro adaptado

Después de un tiempo, vuelvo a incluir en el blog una obra de teatro adaptado. En este caso,
MEDIO TONTO
(Adaptación libre del cuento Santiaguico “Medio Tonto”, de García-Arista)

PERSONAJES

SANTIAGUICO, el mendigo popular
PASEANTES
LUIS, amigo de SANTIAGUICO
DON MANUEL, el juez recién llegado al pueblo
ALGUACIL

La acción transcurre a mediados del siglo XX, en un pueblo aragonés. Primero en la Plaza Mayor y luego en el Juzgado.

PRIMER CUADRO

SANTIAGUICO y varios PASEANTES en la Plaza Mayor del pueblo.



SANTIAGUICO. (Lleno remiendos y con la mano extendida. A un PASEANTE.) Señorito, un chavico. Un chavico, señorito.
PASEANTE 1. (Extrañado.) ¿Un chavico?
SANTIAGUICO. (Rascándose la cabeza con la otra mano.) Sí, señorito, un chavico. Como soy medio tonto…)
PASEANTE 1. (Echando mano al bolsillo para sacar unas perras.) No tengo un chavico, pero toma estos céntimos.
PASEANTE 2. (A PASEANTE 3.) Ya está ahí Santiaguico, intentando sacar para comer otro día sin dar ni golpe.
PASEANTE 3. Con eso de decir que es medio tonto, asunto arreglado. Hasta que un día se encuentre con lo que no espera.
PASEANTE 2. Ya sabe hacerlo, el muy cabrito suele acercarse a los paseantes que no conocen sus tretas. Mientras haya alguien desconocido en el pueblo, Santiaguico seguirá haciéndose el tonto y viviendo del cuento.


SEGUNDO CUADRO

En la Plaza Mayor, LUIS y SANTIAGUICO. Más tarde el JUEZ.

SANTIAGUICO. (Mohíno.) Nada, que no hay un paseante nuevo por la Plaza a quien sacarle unas perras.
LUIS. Eso ya debías de haberlo previsto. Un día te verías en esta situación. Lo que tienes que hacer es buscarte algún empleo.
SANTIAGUICO. Eso, lo último. Debe haber otra solución.
LUIS. Espera sentado. Además creo que ha venido un juez nuevo al pueblo y tengo entendido que se gasta muy malas pulgas.
SANTIAGUICO. (Alegre.) ¿Has dicho un juez nuevo?
LUIS. ¿Y de eso te alegras?
SANTIAGUICO. Pues claro. Ahí tengo mi salvación. En cuanto lo vea, me hago el tonto y a sacarle un chavico de los míos.
LUIS. ¿Pero qué dices? ¿Quieres acabar en el calabozo?
SANTIAGUICO. De eso nada. ¿Tan malo es?
LUIS. No es eso, pero dicen que es un roñoso. Así que vete despidiéndote de sacarle nada.
SANTIAGUICO. ¿Cómo es?
LUIS. Ya te lo he dicho. Un roñoso.
SANTIAGUICO. Me refiero a su físico
LUIS. Es alto y flaco. Como un palo. (Pausa.) Ahí viene.
(Aparece por la izquierda el JUEZ. Hacia su encuentro va SANTIAGUICO.)
SANTIAGUICO. (Con la mano extendida.) Señor juez, un chavico. Un chavico, señor juez.
JUEZ. (Sin hacerle caso.) Está prohibido mendigar. Así que lárgate con la música a otra parte. Si no quieres que te dé otra cosa.
SANTIAGUICO. (Va detrás del JUEZ.) Señor juez, un chavico. Un chavico, señor juez.
JUEZ. (Se para.) Mira. Vamos a dejarlo claro de una vez. No me gusta esa pesadez de que me pidas. Yo te daré, te daré, pero sin pedir. ¿De acuerdo?
SANTIAGUICO. De acuerdo. (Sigue detrás del JUEZ con la mano extendida hasta salir los dos por la derecha.

TERCER CUADRO

En la Plaza al día siguiente. El JUEZ y SANTIAGUICO.

SANTIAGUICO. (Ve aparecer por la izquierda al JUEZ y hasta él se encamina con la mano extendida. Se pone a andar detrás de él sin que le preste el menor caso. Cuando el JUEZ va a desaparecer por la derecha, se acerca a la embocadura. Aparte.) Rediez. Ya sabía yo que, sin pedirle, me daría menos. Porque, rediez, si me diera en cuantico me acerco a él no tendría que pedirle. El caso es que no dice que no quiera darme, sino que le paece mal que le pida. Y si no le pido, tampoco me da. (El JUEZ parece haber olvidado algo y vuelve sobre sus pasos. SANTIAGUICO se acerca a él.) ¡Señor juez, deme un chavico, sin pedir!
JUEZ. (Sorprendido, le entrega una moneda.) ¡Es chocante! ¡Es chocante!


CUARTO CUADRO



En el juzgado. El JUEZ y un ALGUACIL. Luego SANTIAGUICO.

JUEZ. ¿Conoce usted a ese sujeto al que llaman en el pueblo Santiaguico?
ALGUACIL. Mucho, señor juez.
JUEZ. ¿Y qué casta de pájaro es ese?
ALGUACIL. Es medio tonto, señor juez.
JUEZ. Pues hay una denuncia contra él y lo he citado aquí para esta mañana. Cuando llegue, hágalo entrar en la sala.
ALGUACIL. Como mande, señor. (Sale.)
JUEZ. Medio tonto, medio tonto… Pues a mí no me lo pareció el otro día. Más listo que el hambre me pareció, y un vivales. A ver cómo responde cuando se vea ante mí y en esta sala. (Se sienta y se pone a revisar una carpeta con documentos.)
(Pausa. El ALGUACIL se asoma a la puerta.)
ALGUACIL. Con su permiso, señor juez.
JUEZ. Diga.
ALGUACIL. Ha llegado Santiaguico.
JUEZ. Pues hágalo pasar.
(El ALGUACIL hace pasar a SANTIAGUICO.)
SANTIAGUICO. (Mirando con la boca abierta al techo de la sala.) ¡Anda, qué lujos tiene usté, señor juez!
JUEZ. Por favor, siéntate en esa silla.
SANTIAGUICO. (Obedece cambiando de semblante.) ¿Pasa algo, señor juez?
JUEZ. Vamos a ver. ¿Cómo te llamas?
SANTIAGUICO. ¿Yo? Santiaguico.
JUEZ. ¿Y qué más?
SANTIAGUICO. Santiaguico, ¿pa qué quiere usted más?
JUEZ. Yo para nada. Es la ley la que ordena consignar nombre y apellidos.
SANTIAGUICO. ¿Y pa qué sirve eso?
JUEZ. Por los nombres y los apellidos se conoce a las personas.
SANTIAGUICO. Pues a mí me conoce tó el mundo por Santiaguico. Y si no, pregunte usté.
JUEZ. Bueno, pero tendrás apellidos.
SANTIAGUICO. ¡No hace falta! Santiaguico arriba, Santiaguico abajo.
JUEZ. ¿Cómo se llamaba tu padre?
SANTIAGUICO. Juan el Raposo.
JUEZ. Eso es un mote. ¿Y el apellido?
SANTIAGUICO. Si yo supiera el apellido de mi padre sabría el mío, ¿no le parece?
JUEZ. Tienes razón. Bueno. ¿Años?
SANTIAGUICO. No lo sé, señor juez.
JUEZ. ¿Tampoco? ¿Cuándo naciste?
SANTIAGUICO. (Levanta la voz.) Si yo supiera cuándo nací sabría los años que tengo, ¿no le parece?
JUEZ. También es verdad. Y a propósito, no grites tanto que no estoy sordo.
SANTIAGUICO. Pues mire usté. Pa mí, como hay Dios, que me lo parecía.
JUEZ. ¿En que lo notas?
SANTIAGUICO. Ahora en nada. Pero cuando el otro día le pedía el chavico…
JUEZ. ¡Ah, vamos!
SANTIAGUICO. ¡Como soy medio tonto! Usté disimule. Luego, la costumbre…
JUEZ. (Sorprendido.) ¿Qué costumbre?
SANTIAGUICO. La de gritar a los animales.
JUEZ. (Más sorprendido aún.) ¿Cómo? ¿Cómo?
SANTIAGUICO. A los de mi corral, señor juez.
JUEZ. Ahí quería yo llegar. Hay una denuncia contra ti por hurtar una gallina.
SANTIAGUICO. (Haciendo aspavientos.) ¡Ganicas de enredar, señor juez!
JUEZ. ¡Qué quieres decir?
SANTIAGUICO. Pues que la tal gallina se pasó volando del corral del vecino al mío. Eso es todo, señor juez.
JUEZ. ¡Qué casualidad!
SANTIAGUICO. Es que la tapia es muy bajica y…
JUEZ. Pero te quedaste con la gallina.
SANTIAGUICO. ¡Como soy medio tonto!
JUEZ. ¿Y si una gallina de tu corral se hubiera pasado volando al corral del vecino, hubieras permitido que tu vecino se quedara con tu gallina?
SANTIAGUICO. ¡Pero señor juez, entonces sería tonto del todo!

FIN

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