Más allá de la muerte
Más allá de la muerte, la poesía vive, se levanta y grita entre cipreses y mirlos escondidos. Yo lo vi paseando no hace mucho por Père Lachaise. El poeta dormía bajo la piedra dura, pero era tanta la fuerza de la poesía que le había habitado en vida, que un día alzó la mano, bronce atento, espíritu de campana, voz reivindicadora que nunca muere, y salió a la luz donde brilla la tupida fronda del ciprés y canta su melodía el recóndito mirlo, y se echó a la calle a recordar a la gente que aún hay camino que recorrer si se hace con buenas intenciones. Rodenbach, el poeta de ojos soñadores, atraviesa un siglo de sombras y convulsiones sociales y económicas para alzar la piedra de su tumba y gritar a los cuatro vientos que la poesía no arreglará el problema financiero ni el paro, que aquí es galopante, pero ayuda siempre a equilibrar el ánimo y a acercarse a la paz y la libertad personales si se buscan cada día.
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