domingo, 5 de septiembre de 2010

POEMAS DE LA MAR MENUDA

LITURGIA EN LA PLAYA


El mar sigue rezando sus misterios
Mientras el cura habla de Dios sobre la arena.
Los feligreses acarician
El presente soñador,
La brisa matutina que los confirma vivos
Y el perfume sereno de las barcas
Que acostadas de lado les sirven de asiento.

Cada uno a lo suyo:
El sacerdote a la liturgia del cielo
Y el feligrés sintiéndose de pies sobre la tierra.

Y cuando acabe la voz de los altares,
El mar seguirá hablando,
Recitando las coplas de Manrique,
Los feligreses se irán a tomar el vermú
De los días vestidos de esperanza
Y las barcas, tendidas en la arena,
Soñarán otra vez en periplos,
En velas y pescas abundantes.



EL CORMORÁN



El cormorán ha vuelto.
Ha volado a ras del agua hasta la isla
Y desde allí se ha puesto a mirar a la cala.
Luego se ha zambullido un par de veces
Y después ha desaparecido.
Esta vez creo que hasta el año próximo.
El cormorán, su cuello largo y su plumaje negro,
Ha sido siempre un sello de identidad
Para la Mar Menuda.
Sin él, ya no sería igual el mar ni las rocas de la isla.
Le digo adiós, hasta el año que viene,
Bajo una lluvia bella que dispone
Esta visión como una foto de recuerdo.
El mar, la mar, la roca del cormorán,
Y la Mar Menuda quieta
En esta efímera estampa de septiembre.


EL VIEJO PESCADOR




A veces baja el viejo pescador
Hasta este refugio donde estoy ahora,
Se sienta en esta misma barca
Y se pone a oír al mar,
Su viejo compañero.

A veces baja solo
Con sus pequeños pasos y su asma.
Otras veces lo acompaña su nieta,
Una niña que guarda en su mirada
La dulce luz del mar.

Y mientras la niña juega,
El viejo pescador medita triste
En los días en que el mar era suyo
Bajo la quilla de su barca “Antonia”
Y acariciaba trozos de eternidad.

Ahora el viejo pescador es viejo,
Demasiado viejo para hacerse a la mar,
Y sólo piensa cuando baja solo
A este mismo refugio donde estoy
Que tuvo un día a Dios por compañero.

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