lunes, 1 de junio de 2009

REFLEJOS DE PRAGA

Puente de Carlos




























Desde la Ciudad Vieja a Mala Strana,
desde Mala Strana a la Ciudad Vieja
se tiende el cordón umbilical del Puente de Carlos,
hay que decir que ahora en obras, casi intransitable,
pero siempre enjoyado de belleza y vida.
Junto a los bellos y oscuros grupos escultóricos que lo flanquean,
blanco y reunión de todas las miradas,
de todas las caricias, Juan Nepomuceno, la monja Luitgarda...,
hordas de visitantes luchan por no tropezar unos con otros
o contra los tenderetes de bisutería y pintura callejera
que intentan ganarse unas coronas con su indiscutible arte.
En el Puente de Carlos hay orquestas improvisadas
que se unen a la fiesta de la música,
hay marineros de uniforme que ofrecen pequeños viajes
por los canales del Moldava --el río del Diablo es uno de ellos--,
con cerveza a bordo incluida y relatos de leyendas en todos los idiomas,
hay mendigos de verdad que se arrodillan sobre los duros adoquines
y juntan las manos a los pies de los acelerados viandantes.
Y nosotros, mendigos de la ilusión, dejamos nuestro recuerdo
sobre el Puente de Carlos, sólo pendientes de otro sueño realizado.


















Plaza de Marianske





























En la Plaza de Marianske puede ocurrir de todo.
En las dos esquinas principales de la Magistratura
el viajero se encuentra de repente con dos leyendas de Praga.
En una de ellas duerme el Hombre de Hierro.
Durante toda la noche ha recorrido las viejas calles dePraga
como un fantasma triste condenado por haber asesinado a su amante.
Sin rostro, agacha la cabeza avergonzado
ante el paso incansable del viajero.
En la otra esquina el rabino Low, el creador del Golem,
es capturado por el Ángel de la Muerte.
Empezar la mañana con estas dos apariciones
puede ser perjudicial para la salud mental del viajero.
Menos mal que al costado del palacio Clam-Gallas,
una ninfa vierte agua de una jarra en una pila.
La paz que mana de la estatua sosiega el sobresalto anterior.


















Un poco de historia













































Hoy nos tocaba palpar un poco la Historia más reciente de Praga,
y nos hemos ido a la Plaza de San Venceslao, uno de los artífices de la ciudad del Moldava.
Al pie de su gran monumento, algo exagerado para esta crisis que galopa sobre el mundo
--también la estatua ecuestre del santo galopa sobre el mundo flanqueado por el poder eclesiástico--, hemos visto los nombres de los jóvenes estudiantes caídos a manos del comunismo,. Nunca les faltan flores ni visitantes ni palabras de admiración y afecto.
Es bueno recordar la Primavera de Praga --tanques extranjeros, libertades machacadas--
porque de ella brotó la flor moderna de Praga, la nueva libertad de esta bella ciudad con una nueva fe y un modo limpio e independiente de ver la vida.
Estamos ante el hecho escueto de la lucha por la libertad.
Un poco más arriba, pasada la vía de los coches y la velocidad, al pie del Museo Nacional,
una cruz de pizarra, formando parte del suelo por donde van y vienen incansables los visitantes de Praga, nos vuelven a recordar el útil sacrificio de unos jóvenes por el bien de su país.
Para que nadie olvide lo que aquí pasó.
Y si hoy hay por todas partes paz y risas y palabras amables, es gracias a gente como Jan Polach.
Hoy, veinte de mayo de 2009, lo escribo en voz alta junto al silencio de su lápida.

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