Nicanor Parra, premio Cervantes 2011
El poeta chileno Nicanor Parra (1914) sucede a la novelista española Ana María Matute (1926) en la ya ilustre lista de ganadores del Cervantes.
Creador de la llamada antipoesía y hermano de la cantautora Vileta Parra, es académico, matemático y físico, muestra en su larga carrera literaria títulos tan significativos como Cancionero sin nombre (1937), influido por el popularismo de Lorca, Poemas y antipoemas (1954) y Versos de salón (1962), puntos de inflexión para su cambio de rumbo poético; a este último pertenecen los siguientes:
"Durante medio siglo
la poesía fue
el paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
echando sangre por boca y narices."
Su forma de concebir la poesía no puede ser más clara: "Busco una poesía a base de hechos y no de combinaciones o figuras literarias. Estoy en contra de la forma afectada del lenguaje tradicional poético". Y así ha sido. Lo conversacional y directo salpica su expresión poética.
He aquí una muestra:
Nervioso, pero sin duelo
a toda la concurrencia
por la mala voz suplico
perdón y condescendencia.
Con mi cara de ataúd
y mis mariposas viejas
yo también me hago presente
en esta solemne fiesta.
¿Hay algo, pregunto yo
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?
El vino tiene un poder
que admira y que desconcierta
transmuta la nieve en fuego
y al fuego lo vuelve piedra.
El vino es todo, es el mar
las botas de veinte leguas
la alfombra mágica, el sol
el loro de siete lenguas.
Algunos toman por sed
otros por olvidar deudas
y yo por ver lagartijas
y sapos en las estrellas.
El hombre que no se bebe
su copa sanguinolenta
no puede ser, creo yo
cristiano de buena cepa.
El vino puede tomarse
en lata, cristal o greda
pero es mejor en copihue
en fucsia o en azucena.
El pobre toma su trago
para compensar las deudas
que no se pueden pagar
con lágrimas ni con huelgas.
Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.
El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la cueca.
El vino cuando se bebe
con inspiración sincera
sólo puede compararse
al beso de una doncella.
Por todo lo cual levanto
mi copa al sol de la noche
y bebo el vino sagrado
que hermana los corazones.
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