sábado, 6 de febrero de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

LEER EN FAMILIA


Hace unos días me llamó por teléfono un antiguo alumno mío del que guardo muy buenos recuerdos. Quería verse conmigo para hablar de un tema que le preocupa relacionado con las lecturas de su hijo de diez años. El asunto capital era CÓMO HACER QUE SU HIJO TOME GUSTO POR LA LECTURA. Enseguida acepté y convinimos una fecha para vernos habida cuenta de que a esa reunión asistiría su hijo.
Enseguida deseé que todos los padres fueran como ese alumno mío y estuvieran preocupados por las lecturas de sus hijos y, en algunos casos más graves, por saber qué hacer para que sus hijos adquieran gusto por la lectura. Porque, sin duda, es un tema preocupante.
¿POR QUÉ DEBEMOS LEER?, se preguntaba la Sociedad General de Publicaciones de Barcelona ya en el año 1931, y se contestaba inmediatamente: Para recrear el entendimiento, enriquecer la memoria, alimentar la voluntad, dilatar el corazón y satisfacer el espíritu. Y añadía que de estas finalidades surgían las tres clases de libros: los de puro entretenimiento, los de estudio y consulta y aquellos que estimulan nuestra voluntad, si bien existen libros especiales que nos entretienen, nos hacen pensar y sentir, y que además de satisfacer el espíritu y recrear el entendimiento, enriquecen la memoria, alimentan la voluntad y dilatan el corazón.
¿QUÉ DEBEMOS LEER entonces? Pregunta difícil de contestar o al menos no tan fácil como la anterior, porque el gusto por la lectura es hijo del interés y de la sentimentalidad. El primero encuentra satisfacción en las novelas de aventuras, viajes, exploraciones…, mientras que la segunda lo hace en los libros donde se retratan los sentimientos humanos, tan complejos y variantes, desde el amor en todas sus vertientes (a las personas, a los animales, al medio ambiente...) hasta la ambición, el espíritu de sacrificio, la libertad o cualquier otra inquietud humana.
Y luego está el problema de qué libros deben leerse en las distintas etapas de la persona. Porque no es lo mismo que el lector sea una persona adulta que un niño de diez años, como es el caso. Para los adultos ya existen listas de libros confeccionadas con diversos criterios. El escritor inglés John Lubbock propuso, por ejemplo, Las cien obras maestras de la Literatura, si bien podría haberla llamado Los cien mejores libros de la literatura inglesa porque de esos cien libros 54 pertenecen a la literatura inglesa (y muchos son de autores de segunda clase). Además sólo incluye de nuestra literatura al Quijote (menos mal), de la italiana a la Divina Comedia y pocos títulos franceses y alemanes. Más completa es la lista que publicó Louis Dumur en el Almanaque Hachette, la cual abarca desde la Biblia hasta los grandes escritores universales de principios del siglo XX. Son sólo dos ejemplos, y en la actualidad abundan muchísimas editoriales que satisfacen las necesidades lectoras de los adultos.
También ha existido siempre la preocupación de informar sobre las lecturas infantiles, obras escritas ex profeso para los niños que debían cuidar su calidad literaria, presentación e ilustraciones para contribuir a formar el gusto y la sensibilidad de los pequeños lectores.
Y para informar y proponer lecturas con garantías de éxito se han tenido siempre en cuenta las tres grandes etapas de la vida intelectual del niño que, según Marcel Braunsvich, resultan ser las siguientes:
1) De cinco a nueve años. Todo le resultará maravilloso y no sólo le gustarán las narraciones de ficción (cuentos, leyendas, fábulas…), sino también las descripciones del mundo más cercano a él (cómo funcionan las máquinas, el mundo de los animales y las plantas, los elementos naturales y sus cambios…).
2) De nueve a doce años. El niño gustará de cuanto satisfaga su imaginación y de la realidad sentirá placer por la vida de su casa, de la escuela y de los amigos siempre que esa vida y esa realidad vengan acompañadas de una aureola de ensueño y fantasía. Si bien a partir de los once años comenzará a dejar poco a poco los cuentos infantiles para cobrar interés cada vez más creciente por las novelas de aventuras que tengan por protagonistas muchas veces a niños de su edad.
3) De trece a quince años. Periodo de transición entre el mundo puramente imaginario, en el que ha vivido el niño hasta ahora, y el aprendizaje y conocimiento del mundo real. Será el momento de disfrutar de las novelas vividas, de las biografías, de las autobiografías, diarios, etcétera, que le permitirán echar una ojeada a los dolores y gozos verdaderos de la vida. También le interesará conocer la Historia y el Universo y cómo ha evolucionado el planeta donde vive desde sus más remotos orígenes.

¿QUÉ REQUISITOS DEBEN REUNIR LOS LIBROS PARA QUE SEAN VERDADERAMENTE PROVECHOSOS PARA LOS NIÑOS? Para contestar a esta pregunta hay diversas respuestas. Algunas nos las dan los grandes filósofos y expertos en la materia. Uno de ellos, Emerson (1803-1882) sugiere tres reglas prácticas respecto de los libros que deben leerse:
1) No debe leerse nunca un libro que no lleve publicado más de un año (mejor, cinco porque algunos libros hoy en día obtienen éxitos inmediatos de librerías por excesiva publicidad o morbo y pronto pasan al olvido).
2) No debe leerse nunca un libro que no haya pasado la prueba del tiempo (es señal de que lo han degustado varias generaciones).
3) No debe leerse nunca un libro que no guste al lector.
Otro sabio, Bacon (1561-1626), hablando de los libros que deben leerse y merezcan conservarse, dejó escrito: “Algunos libros son para ser catados, otros engullidos y unos pocos para ser masticados y digeridos; quiero decir que algunos libros hay que leerlos sólo a trozos; otros deben leerse someramente, y hay unos cuantos que conviene leer de cabo a rabo con estudio y detenimiento.
Hay muchos más ejemplos, pero los reuniríamos a todos en los tres requisitos siguientes para que un libro sea provechoso de verdad: Que su lectura interese al niño, que le haga pensar y sentir y que le mueva a ser aún mejor de lo que es.
Todo esto está muy bien, pero puede quedarse en pura teoría si se fuerza a los niños a leer, imponiéndoles la lectura de ciertos títulos. Es mejor que sean ellos quienes nos los pidan. Invitémosles a visitar las librerías y bibliotecas y hagámonos con ellos tarjetas de lectores para poder sacar libros en préstamo. Hablémosles con entusiasmo de los libros que recordamos y leímos cuando teníamos su edad para que les entren ganas de conocerlos. Y sobre todo (y esto es algo muy importante que los padres suelen olvidar), que tengamos muchos libros en casa y que nos vean a menudo con libros, leyéndolos, tratándolos con cariño y hasta reparándolos si se encuentran en mal estado. Todo eso les moverá a querer a los libros y a interesarse por ellos. De ahí a tomar gusto por la lectura sólo hay un paso y es cuestión de tiempo el que lo den.

Finalmente, propondré algunas lecturas propias de la edad del hijo de mi antiguo alumno.


Clásicos españoles y extranjeros.

Cuentos del Conde Lucanor, de don Juan Manuel (Colección Araluce).
El Romancero para niños.
Lazarillo de Tormes adaptado.
El Quijote para niños.
Villancicos de Lope de Vega.
Robinson Crusoe.
Cuentos de Perrault.
Fábulas de La Fontaine.
Fábulas de Iriarte y Samaniego.
Aventuras de Las mil y una noches adaptadas.
Cuentos españoles del siglo XIX (Colección Moby Dick).
Cuentos de los hermanos Grimm.
Cuentos de Andersen.
El maravilloso viaje de Nils Hölgersen, de Selma Lagerlöff.
Alicia en el país de las maravillas.
Pinocho.
Peter Pan.
Muchas aventuras de Julio Verne.
La isla del tesoro.
Las aventuras de Tom Sawyer y Huck Finn, de Marck Twain.
Las aventuras de Guillermo, de Richmal Compton.
Cuentos y cantares de Antonio Trueba.
Fábulas de Hartzenbusch.
Los Episodios Nacionales de Galdós para niños.
La luna nueva y otros libros de Tagore.
El libro de las tierras vírgenes, de Kipling.
Platero y yo, de J.R. Jiménez.
Marcelino, pan y vino, de Sánchez Silva.
El camino, de Miguel Delibes.
El principito.
Etcétera.

También la literatura actual escrita para niños cuenta con colecciones dignas de tenerse en cuenta como:
Hombres famosos, de la editorial Toray (pertenecientes al mundo de los exploradores, artistas, grandes gobernantes o literatos, desde Colón a Marco Polo, pasando por Napoleón, Cervantes o Livingstone).
El barco de vapor, de Ediciones SM, con más de cien títulos distribuidos por edades lectoras.
Gran Angular, también de Ediciones SM.
Los cinco, de Enid Blyton, de la editorial Juventud, cuyos protagonistas son cuatro niños y un perro que viven aventuras reales siempre envueltas por una atmósfera de misterio.
Los Hollister, de Jerry West, de Ediciones Toray, de parecida temática narrativa que la colección anterior.
Tus libros, de Ediciones Generales Anaya, con más de cien libros pertenecientes a la literatura nacional y universal.
Colección Historias, Biblioteca Verde, de Editorial Bruguera, cuyo texto aparece complementado con ilustraciones en blanco y negro.
Julio Verne, de Editorial Molino, con más de cincuenta títulos publicados del genial escritor francés.
Alfaguara, Serie Roja, con más de cien títulos en su haber y autores contemporáneos de gran prestigio internacional.
Óscar, de Carmen Kurtz, Colección Juventud, de la Editorial del mismo nombre, con títulos tan sugerentes como Óscar espía atómico, Óscar cosmonauta, etcétera.
Las dos colecciones de la Editorial Noguer, Cuatro Vientos y Mundo Mágico, que incluyen obras de autores nacionales y extranjeros de la talla de Carmen Bravo-Villasante, Carlos Murciano, Carmen Kurtz o Rafael Morales, entre los españoles, y Michael Ende, Herbert Kaufmann, Scott O’Dell, Hanns Radau o Roald Dahl, entre los extranjeros. Títulos como La hermosura del mundo, Las manos en el agua, Fanfamús, Dardo, el caballo del bosque, Jim Boton y Lucas el maquinista, Luna roja y tiempo cálido, La perla negra, Pequeño zorro, el último jefe, o Danny, campeón del mundo, respectivamente, siguen siendo leídos por chicos de todas partes del mundo con voraz interés.
Nuevo Auriga, de la Editorial AFHA Internacional, con más de cien interesantes títulos de obras pertenecientes a los más diversos géneros literarios, desde la poesía hasta la fábula, pasando por el cuento, la leyenda, la novela o la biografía. Se trata de una hermosa colección que pone al pequeño lector en contacto con nuestra mejor literatura y la extranjera y en la que no faltan tampoco los clásicos de siempre, como Carroll, Homero, Stevenson, Cervantes, Verne, Dickens, Virgilio o Walter Scott, por citar unos pocos.
Dime, de la Editorial Argos, colección destinada a contestar a las preguntas más interesantes que a un niño puede ocurrírsele, preguntas relacionadas con la Literatura universal (Dime, cuéntame), la Historia (Dime cuándo ocurrió) o la Técnica y las Ciencias (Dime cómo funciona), entre otras materias.

1 comentario:

  1. Hola, tu lista me resultará muy útil. Me parece un blog interesantísimo.
    Saludos

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