sábado, 27 de febrero de 2010

EL CINE DE AHORA

Tsotsi




Cuando te dispongas a ver una película moderna, quiero decir de estos últimos tiempos, piensa que te puedes encontrar con los temas más variados y atrevidos y los tratamientos más crudos que te puedas imaginar. Se ve que la cosa va con el tiempo. Y no hablo ya del talento y las aportaciones que los filmes de hoy en día hagan al cine de siempre. Me refiero exclusivamente a las películas que vienen avaladas por un montón de premios y reconocimientos universales. Es lo que me pasó anoche cuando me puse a ver Tsotsi, cinta coproducida por Sudáfrica y GB y distribuida por Miramax Films, y que en 2005 recibió un Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Se trata de un crudelísimo drama que cuenta la historia de Tsotsi (ladrón), un chaval de 19 años con una infancia terrible (hogar miserable, madre enferma contagiosa y padre violento que de una patada le rompe el espinazo a su perro) que le obligó a escapar de casa de niño y vivir en unos tubos a la intemperie con otros de parecido origen, hasta que ya crecido forma parte de una banda de maleantes que actúa en el metro de Johanesburgo y otras zonas de la capital surafricana. Esa vida de violencia cambia para Tsotsi cuando en otra de sus aventuras violentas roba el coche a una señora rica no sin mandarla antes al hospitar con las piernas heridas de bala y sin darse cuenta de que en el coche robado va el bebé de la mujer. Se ve obligado a cuidar del niño hasta el extremo de ser apresado por la policía cuando decide devolver el bebé a sus padres. En medio hay todo un proceso de cómo un ser hecho por y para la violencia desmedida va encontrando un nuevo camino de ternura y entrega por otros que no sean él, como la chica negra, abandonada por su marido, y que alimenta al niño, o el mendigo del metro, que al fin recibe, en pago de todo lo que le hizo pasar Tsotsi la primera vez que se encontró con él, atenciones y un buen fajo de dinero. El espectador, además de con la historia, cruda como pocas, de la película, se encontrará con un ambiente degradador, como es el de las chabolas de la periferia de Johanesburgo, entre otros, y personajes al filo de la miseria, cuando no de la delincuencia más gratuita.

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