lunes, 29 de julio de 2013

FOTOGRAFÍAS QUE HABLAN

UNA SORPRESA
 
 
Las agradables sorpresas no están para quienes las buscan. Una tarde, caminando al azar por Palma de Mallorca, algo cansado de ver tanto ajetreo, entre sorbos de cerveza y visitas a museos, di de repente con una plaza silenciosa y solitaria adonde no llegaba el torbellino incansable de los turistas. Fue como un momento de paz irrepetible en medio de la guerra de coger autobuses, subir , bajar, atiborrar los ojos de informaciones y monumentos, saturar los oídos de voces, gritos y bocinas de coches y agotar los pies de idas y venidas. Y me refugié en él por unos minutos olvidándome de todo lo demás. Allí estaba Chopin, en la plaza que lleva su nombre, tranquilo también y lejos de su alborotada aventura de Valldemosa, con los ojos fijos en la eternidad de la calma, invitándome a seguir su ejemplo. Y lo hice con permiso de la realidad envolvente. Duró poco, pero sentí en lo más hondo del alma pasar muy cerca el aleteo de las sorpresas agradables, algo así como un rápido remedo de la verdadera libertad, el saber que también es posible gozar a solas de la compañía de nuestro verdadero yo. Después volvió

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