Ya están las zarzas en flor.
Pronto vendrán las mañanas
con sus manos de ladrón
a robar la joya mágica
de su dulce corazón.
En el alto de la fuente
canta una tórtola triste:
“Amado, ¿por qué te fuiste?
¿No fue mi amor suficiente?
¡El eterno amor no existe!”
Hay unas plumas caídas
al pie del pino gigante.
¿Una aventura perdida?
¿Ayer un vuelo triunfante
y hoy unas alas sin vida?
Deja la bici un momento:
que sus dos soles descansen
de medir el universo.
Las tortugas del estanque
te enseñarán qué es el tiempo.
Por los caminos en sombra
el viento de la mañana
acaricia tu memoria.
Tu mente tiene mil alas.
La bici circula sola.
Este sonido del mar
te llena de paz el alma.
Pero supera esta calma
los besos que te da al alba
la que embellece tu hogar.
Mira ese cuerpo divino
que sale del mar ahora.
Y mientras lo miras, borra
de tu mente el atrevido
afán de hacerlo tu sombra.
Sólo es un sueño que brota
de tu nostalgia sin cura.
Esos ojos, esa boca,
esa mojada escultura
sólo existe en tu memoria.
Da gracias, Luis, por vivir
con la mujer que a diario
embalsama tu incensario
y convierte en fiel santuario
tu cotidiano existir.
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