jueves, 31 de enero de 2013

VERSIONES DEL INFRAMUNDO


CHAT


 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


Como cada noche tras salir del trabajo Patricia llegó a casa, encendió el portátil y conectó el correo electrónico. Luego, empezó a chatear con sus amigos. Pero enseguida un pop upapareció en la pantalla.

--tanato@hotmail.com y a continuación: ¿Deseas agregar esta dirección a tu correo? Los contactos del correo forman parte de tu red de Windows live.
Patricia escribió mientras denegaba con la cabeza:

--No, gracias.

--No te preocupes, no le diremos a nadie que has rechazado esta dirección.

Patricia, mosqueada, se dijo:

--¿Quién se ocultará tras este tanato@hotmail.com? Volvió a denegar con la cabeza y decidió seguir chateando con sus amigos, pero la curiosidad acabó venciéndola, y aunque no solía chatear con nadie que no fuese conocido, aceptó la dirección. Cliqueó sobre el nuevo nombre.

--Hola, ¿quién eres?—escribió.

Pasaron unos segundos sin que nadie contestara. Volvió a denegar con la cabeza y, decidida, levantó el dedo para acabar con aquel contacto. Fue entonces cuando la cam se encendió sola y en la pantalla pudo leer “Tanato”.

--Hola, Patri. ¿Me dejas que te llame Patri?

--Pero…
--Patri, esta noche estás preciosa.

Asustada, Patricia puso la mano sobre el visor. Luego escribió comida por los nervios:

--¿Quién eres? ¿Te conozco?

--Tú y yo vamos a ser muy buenos amigos, seguro.

--Pero ¿quieres decirme quién eres?

--Mi nombre es Tanato.

--¿Tanato? Es un nombre muy extraño. ¿De dónde es?

--Su origen es griego.

--¿Griego?
--Sí, así es.

--Yo me llamo Patricia Valentí.

--Lo sé.

--¿Me conoces?

--Se puede decir así.

Patricia sintió cierta desconfianza, pero siguió escribiendo.

--¿De qué me conoces?

--Te conozco desde que naciste.

--¿Eras amigo de mi familia?

--No exactamente.

--¡Qué raro es todo esto! Cuéntame algo de ti.

--Pues verás, llevo tantos años en este mundo que casi no recuerdo cuando nací.

--No será para tanto.

--Lo cierto es que, a pesar de mi edad, aún estoy en plena forma.

--¿A qué te dedicas? ¿O estás jubilado?

--¿Jubilado yo? Jajajajaja. ¡Jamás me jubilaré!

--Sigues pareciéndome muy raro. Entonces, ¿qué haces?, ¿en qué ocupas tu tiempo?

--Podríamos decir que al mundo del trasporte.

-- Muy interesante.

--Y tú, Patri, ¿a qué te dedicas?

--Trabajo en publicidad. La publicidad ha sido siempre un sueño desde que era niña, y ahora, que voy camino de los cincuenta añitos, sigo adorando mi trabajo.
--Eso es importante.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 




Durante todo aquel mes Patricia pasó largas horas chateando con Tanato. Lo cierto era que aquel ser extraño, sabía tratarla mejor que muchos de sus mejores amigos. Cuando hablaba con él, se sentía muy a gusto; era como ir a la consulta de un psicólogo y vaciarse por completo. Esa fue la razón por la que Patricia empezó a pensar que podría ser interesante conocer a Tanato.

Y un día escribió:

--¿Sabes, Tanato? Llevo unos días dándole vueltas a la idea de que podríamos conocernos. ¿Qué te parece? Creo que ya hemos hablado bastante de nosotros y ha llegado el momento de vernos en persona.

--¿Estás segura de ello?

--¿Por qué lo preguntas?

--Porque, pese a nuestras largas conversaciones, soy un completo desconocido.
--Ya no. Me conoces casi mejor que yo misma. Y cuando hablo contigo me transmites tanta paz.

--Dime. ¿Te atreverías a hacer un viaje conmigo?

--¿Un viaje?

--Sí, ¿te atreverías a acompañarme en uno de mis trasportes?

Patricia dudó unos instantes, pero luego contestó con firmeza:

--Cuando quieras. De joven realicé muchos viajes con amigos que había conocido en las discotecas.

--Veo que realmente ya estás preparada.

--¿Preparada?
--Sí, preparada para… viajar.

--¿Y cuándo nos vamos?

--¿Qué te parece pasado mañana cuando salgas de trabajar?

--¿Este fin de semana?

--Sí.
--Pues en principio muy bien.

--De acuerdo. Entonces te recogeré el viernes al salir de la oficina.

--Perfecto.
Aquel viernes Patricia se llevó a la oficina una mochila con las cosas indispensables para el viaje. Estaba muy nerviosa. Por fin iba a conocer a Tanato. Llevaba tantas noches hablando con él que la idea de conocerle la emocionaba. Seguro que iba a pasárselo de película. Con Tanato era difícil aburrirse. Era un hombre tan culto y tan interesante. Lo raro era que con sus conocimientos y su cultura no fuera más que transportista.
Patricia miró el reloj de la oficina; ya eran las seis, la hora de salir. Se incorporó, cogió su mochila y empezó a andar. De pronto, empezó a sentirse mal. Un extraño dolor localizado en el pecho con extensiones a su brazo izquierdo le hizo temer lo peor. En efecto, a los dos segundos Patricia caía fulminada al suelo ante el estupor de sus compañeros. Medio inconsciente aún y sin que se le hubieran ido los fuertes dolores, Patricia miró a su alrededor. Fue entonces cuando escuchó la voz de un hombre que le decía:

--Hola Patri, soy Tanato. Ha llegado la hora de que nos vayamos. Creo que estás preparada para irnos.

--¿Has dicho irnos? Ahora caigo. Estoy sufriendo un infarto, ¿no es así?

--Sí, Patri. La hora exacta de tu muerte tendrá lugar en cinco minutos.

--¿Cómo?
--¿Sabes que significa realmente mi nombre?

--No.
-Tanato significa en griego muerte. Lo siento, Patri, pero ha llegado tu hora y he venido a por ti.

--¿Qué?
--Traté de hacerlo más fácil. Pensé que si me conocías antes, este viaje te resultaría menos desagradable. Confías en mí ¿no?

Patricia miró alrededor y se dio cuenta de que nadie más veía a Tanato. Todos sus compañeros la miraban pensando que tras el infarto sufría alucinaciones.

Patricia dijo:

--Sí, confío en ti, Tanato.

--Bien, ahora tendremos todo el tiempo del mundo para hablar.


Cuando llegó la ambulancia, Patricia Valentí ya había muerto. Sin embargo, hubo algo que extrañó mucho a todos. Pese a los fuertes dolores que le había provocado el infarto, en la cara de Patricia sólo había serenidad y en sus labios se esbozaba una dulce sonrisa.


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