Esta es una de esas películas que calan hondo por su calidad de texto y de fotografía, su mensaje vital y la interpretación de sus actores. Dirigida en 1993 por Richard Attenborough, cuenta la historia del profesor de Literatura en la Universidad de Oxford y escritor de cuentos infantiles (obra suya es Las crónicas de Narnia) C.S. Lewis (Anthony Hopkins), subido en la nube de la creación literaria y de los libros y rodeado de colegas que lo tienen en un pedestal, hasta que un día una admiradora suya americana, poetisa y divorciada, Joy Gresham (Debra Winger) aparece en su vida con motivo de un viaje que realiza por Inglaterra acompañada de su hijo Douglas (Joseph Mazzello). A partir del primer momento en que la ve, el reservado profesor cambia radicalmente el modo de concebir el mundo. Joy inspirará en Lewis un amor, primero platónico, y luego, cuando ella sufre, apasionado y profundo. El espectador asistirá conmovido al desenlace del amor entre estos dos seres tan diferentes, ella desinhibida y espontánea y él aferrado a las viejas tradiciones anglosajonas. Y de las enseñanzas de Tierras de penumbra se quedará con la de que el sufrimiento es necesario para saber qué es la felicidad humana. Aunque el pesimismo flota constantemente sobre la película, una esperanza de tipo cristiano consuela al hombre. ¿Y de las escenas? Seguramente no le dejarán indiferente, entre otras, la del armario de ropa del desván, las clases de Lewis o las que jalonan el viaje al Valle Dorado que los dos protagonistas hacen, ya casados y diagnosticado el mal que Joy tiene.
Véase una pequeña muestra:
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