martes, 2 de marzo de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Venecia



Llevo días preparando el próximo viaje a Venecia. Leo libros, consulto guías de viaje, navego por Internet buscando todo tipo de información sobre monumentos, calles, puentes, palacios, rutas que seguir, el transporte en vaporeto, tarifas, museos gratis para jubilados, iglesias que contengan cuadros de Tintoretto, el Veronés, Tizziano, Giorgione, Palma el Viejo y otros y no me canso. Ardo en deseos de que llegue el día y la hora de tomar el avión que me lleve al aeropuerto de Marco Polo para empezar allí, emulando al histórico viajero, la ruta romántica por Venecia, sólo por Venecia y sus islas. Recuerdo ahora el viaje que hicimos a Italia en 1991. Ha llovido mucho desde entonces y las emociones que vivimos allí se han ido calmando con el tiempo. Pero permanecen algunas, de tono negativo unas, como el robo de la maleta en la Plaza de la Estación de Bolonia, del coche que llevábamos en aquella ocasión, mientras visitábamos el Parque vecino y nos dejábamos llevar por los sueños que nos esperaban en Florencia, Pisa o Venecia, la noche que pasamos en un camping cutre de Génova. Pero la mayoría de emociones conservadas son positivas. El día de Pisa, en la plaza del Milagro (¡qué bien puesto está ese nombre ante las maravillas del Baptisterio o la Torre, inclinada sólo por amor!), los días de Florencia en que nos empapamos de Miguel Ángel y el arte del Renacimiento en Los Oficios, pero también de vida a raudales por la Plaza de la Señoría, el Arno y su Puente, los bares y la birra... Pero sobre todo, Venecia. El descubrimiento de la Plaza de San Marcos tras aquel paseo por canales, puentes, calles de ensueño, fachadas de colores, fue apoteósico. Recuerdo a las palomas salir volando hacia el Campanile como una expresión de alegría de nuestros propios corazones al encontrarnos allí. Recuerdo los Fundamenta y el vaporeto llevándonos a Murano, mientras una hilera de maravilla construida contra las aguas que devoran, iban quedando atrás sin decirnos adiós nunca. Recuerdo, recuerdo... Pero ahora ya no serán recuerdos los que viva, sino pura vida, pese a la canción triste de Aznavour y cuanta mala palabrería corre sobre hundimientos y olores. Espero pronto hablar en este blog de los reflejos que Venecia deja en nuestras vidas mientras estemos caminando por sus calles o navegando por la laguna o la esplendorosa S del Gran Canal.

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