Lo que queda del molino de Sa Punta
canta ahora a la sombra
en un césped del jardín del paseo de Ses Fontes
frente al azul impecable de la bahía.
Las ilustres maderas,
el viento detenido entre sus nidos,
la rueda sin movimiento…
Todo duerme apaciblemente su merecida siesta.
Acaso mi compañera
sueña en la harina de otro tiempo,
que es también el de ahora,
el tiempo eterno que sabe respirar
en su mirada de miel,
en su mirada de miel,
el tiempo sin tiempo…
Los barcos esperan en los muelles,
sin prisas,
como la Carabela en el nido del Huevo,
como los niños ante el teatro de marionetas del Paseo,
como el libro que respira dentro de su ternura…
La tarde es una amante fiel
que aguarda bella en el paseo del mar
entre tiendas de perfumes y pareos.
Los dos caminamos dejándonos llevar
como las gaviotas en los caminos del aire.
¡Esta calma isleña,
esta luz tranquila!
¡Renglones para no morir nunca,
para vivir ya siempre colgados de los sueños!
San Antonio (Ibiza), 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario