jueves, 18 de diciembre de 2008

TIEMPO VIVO

Me dicen que voy a ser
abuelo dentro de poco,
y empiezo a comerme el coco
pensando si lo haré bien.
Pero pronto me detengo
no sea que pierda el tren
mucho antes de cogerlo.
Cuando venga ese momento
sin duda sabré qué hacer,
y si no lo sé veré
de aprenderme bien el cuento.
Abuelo es otra lección
que sólo se aprende haciendo
de abuelo cuando eso llegue,
cuando hermosamente ciegue
mi luz la luz de mi nieto.
Hasta entonces, que la suerte
cuaje bien la luz que espero,
una luz de alto lucero
que cuando brille a mi lado
venga a darme otro dorado
otoño a mi otoño en vuelo.




Un soneto me manda hacer mi nieto,
y en mi vida me he visto en tal ventura
porque vuelo por él a más altura
y por él se hace luz cualquier secreto.

Y a punto de empezar otro cuarteto,
él me dicta la fiel literatura:
nuevo sol de mi otoño, miel, ternura;
en mi nueva vejez diamante escueto.

Mi vida se convierte en aventura
cuando él está a mi lado. Él, un brujo
que vuelo y luz le da a mi vida oscura.

Y así feliz concluyo este soneto
cantando sin cesar el tierno lujo
que a mi vida normal le da mi nieto.




Eres ya una cara, una rosita
que huele a tiempo puro en el otoño;
unas manos, claveles pequeñitos
que se mueven al aire de la cuna.
Eres ya presencia inabarcable
para nuestros deseos. Como un sol
que alumbra nuestros pasos,
que marca el día que vamos a vivir.
Ya estás aquí. Ya mueves
los hilos de todas nuestras vidas.
Tan chiquitito, y eres
como un Dios para todos. Te despiertas,
y vamos a adorarte. Abres los ojos,
y corremos a ti para que vayas
mirándonos y viendo nuestro asombro
de verte alzar las manos
cual si fueras el director de orquesta
de toda nuestra música, esta música
de amor que anda brizando nuestros sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario