7. Fórmulas poéticas más frecuentes (I)
Para escribir buenos poemas es necesario también conocer los diseños internos o las estructuras de los poemas más repetidos por los mejores poetas de nuestra literatura.
A continuación exponemos una variedad de fórmulas estructurales que, si no las únicas, sí creemos que son de las más representativas de la poesía española, clásica y moderna, y que, sin duda, imitándolas debidamente, servirán de punto de partida para crear nuevos poemas.
Primer verso: Dos + nombres comunes
Segundo verso: que + verbo de acción en plural
Tercer verso: dos + nombres comunes
Cuarto verso: que + verbo de acción en plural
Y así sucesivamente
Último verso: “Eso son nuestros /as dos + nombres comunes”
El ejemplo más notorio es la Rima XXIV, de G. A. Bécquer
“Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan y, al besarse,
forman una sola llama.
Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.
Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata.
Dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y, al juntarse allá en el cielo,
forman una nube blanca.
Dos ideas que al par brotan;
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden;
eso son nuestras dos almas.”
Imitación:
“Don barcas a contraluz
Que en la playa del Maresme
Esperan a que amanezca
Para pescar con sus redes.
Dos redes de pescadores
Que ancladas sobre la arena
Esperan el nuevo día
Para iniciar su tarea.
Dos huellas de pies descalzos
Que en la orilla del mar tierno
Esperan pacientemente
A que regresen sus dueños.
Eso son nuestras dos almas
Que caminan hacia el sueño
Del amor como si fuera
Cada día un día nuevo.”
E. C. Ch.
Fórmula B
Segundo verso Sólo un + Nombre + Complemento
Tercer verso Sólo un + Nombre + Complemento
Y así sucesivamente
Se trata de una versión del poema Qué bien sé lo que quiero, de Luis Felipe Vivanco (1907–1975), perteneciente al libro El descampado.
“Qué bien sé lo que quiero: sólo un trozo con rocas,
junto al río Voltoya de la provincia de Ávila.
Sólo un trozo de monte de encinas y berruecos.
Sólo un monte con grandes encinas distanciadas
en sus faldas rocosas, amplias, largas y diáfanas,
muchos días seguidos, antes de entrar en Ávila
(por las calles prosaicas de las afueras, entre
madrugada y conventos de clarisas, bernardas,
carmelitas descalzas), con el alma descalza.
Sí, ese trozo (con rocas y encinas) me prepara
para la entrada en Ávila, me instala en su tardanza,
me sujeta a su mucha claridad de horizonte,
me quita de los ojos lo que todos prefieren,
me deja en equilibrio de piedra caballera
y en pujanza absoluta de azul sin importancia.
Es un trozo tan alto de fatigas, tan fino
y ocioso de matices, tan activo en suspenso
a pesar de la sombra creciente del barranco
que al llegar el crepúsculo no hacen falta campanas.
Es un sueño perpetuo de nieve o sol de agosto
y alegres margaritas de primavera escasa.
Es un trozo y un solo pajarillo que canta
con vegas del Adaja, y aun del Eresma, lejos,
y cerca una pequeña ciudad amurallada.
¡Qué bien sé lo que quiero!: quedarme entre sus rocas
y encinas, oponiéndome a todo lo que sea
merma o deformación política del alma.”
Imitación
“Qué bien sé lo que quiero:
Sólo un rincón de esperanza.
Sólo un silencio de mar
Y unos niños en la playa.
Qué bien sé lo que quiero:
Sólo una esquina de calma,
Sólo una puesta de sol
Y unos niños que repasan
Las redes de sus mayores,
Puesta en el mar su mirada.
Qué bien sé lo que quiero:
Sólo un instante de vida
Vivido como Dios manda
Con una luz en las manos
Y humanidad en la marcha.
E. C. Ch.
Fórmula C
Primer verso Llega una mano + adjetivo de significado negativo
Segundo verso una mano que + verbo de acción
Tercer verso una mano que + verbo de acción
Cuarto verso Yo las dejo pasar
(Bis)
Noveno verso Llega una mano + adjetivo de significado negativo
Décimo verso una mano que + verbo de acción
Undécimo verso la tomo entre las mías
Duodécimo verso y + verbo de acción
Es la fórmula que adopta Ángela Figuera (1902-1984) en el poema Símbolo, del libro Toco la tierra.
“Llega una mano de oro luciendo un diamante
una mano de hierro gobernando unas riendas,
una mano de niebla donde canta una alondra:
yo las dejo pasar.
Llega una mano roja empuñando una espada,
llega una mano pálida llevando una amatista,
llega una mano blanca que ofrece una azucena:
yo las dejo pasar.
Llega una mano sucia que sujeta un arado:
la tomo entre las mías y nos vamos a arar.”
“Llega una mano enjoyada,
Una mano de fiesta,
Una mano que disfraza
Su voluntad verdadera.
Yo las dejo pasar:
No me interesan.
Llega una mano turista,
Una mano que comercia,
Una mano que desplaza
Lo que los ojos contemplan.
Yo las dejo pasar:
No me interesan.
Llega una mano curtida,
Una mano que faena,
Una mano que se crece
Empuñando una herramienta.
Yo las tomo en las mías
Por compañeras.
Y juntas se van al mar,
Al andamio o a la tierra:
Sólo así sube una patria
Al horno de las estrellas.”
E. C. Ch.
Fórmula D
Primer verso Gracias, Señor, porque + una razón
Segundo verso porque + una razón
Tercer verso porque + una razón
Y así sucesivamente
Es una versión libre de la estructura que emplea José García Nieto (1914-2001) en el poema titulado precisamente Gracias, Señor, perteneciente al libro Tregua.
“Gracias, Señor, porque estás
todavía en mi palabra;
porque debajo de todos
mis puentes pasan tus aguas.
Piedra te doy, labios duros,
pobre tierra acumulada,
que tus luminosas lenguas
incesantemente aclaran.
Te miro; me miro. Hablo;
te oigo. Busco; me aguardas.
Me vas gastando, gastando.
Con tanto amor me adelgazas
que no siento que a la muerte
me acercas...
Y sueño...
Y pasas...”
todavía en mi palabra;
porque debajo de todos
mis puentes pasan tus aguas.
Piedra te doy, labios duros,
pobre tierra acumulada,
que tus luminosas lenguas
incesantemente aclaran.
Te miro; me miro. Hablo;
te oigo. Busco; me aguardas.
Me vas gastando, gastando.
Con tanto amor me adelgazas
que no siento que a la muerte
me acercas...
Y sueño...
Y pasas...”
Imitación
“Gracias, Señor, porque me llenas siempre
Los ojos de alegría,
Porque me das la luz y la esperanza
En cosas tan sencillas
Como la barca que en la noche sueña
Con la pesca cumplida,
O como el niño al que la espuma viste
De dios de las orillas.
Gracias, Señor, porque me elevas vivo,
Atento a tus caricias,
Porque llenas mis manos
De futuro, de sol y de sonrisas,
Y no me pides nada:
Sólo asombro y porfía.”
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