El silencio se acorcha en la terraza. Esta noche ha nevado, y las baldosas rojas, humilladas y humildes, se dejan tatuar por la nieve, artista silencioso donde los haya. Enfrente, los tejados,
sábanas onduladas como las olas de un mar blanco, sostienen pacientemente el sueño blanco del cielo. ¿Dónde están los goriones que alborotaban días atrás la mañana? ¿Dónde las tórtolas que se buscaban en las ramas de los árboles de los jardines para besarse? Sólo esta inmovilidad, sólo esta blanca geometría que parece estar pautando la eternidad de las horas.
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