Hace unos días tratamos en este blog de la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, uno de los primeros nombres importantes en la historia de la poesía hispanoamericana. Hoy escogemos uno de los últimos, cronológicamente hablando, pero importantísimo por la influencia que dejó en posteriores generaciones de poetas de aquí y de allende el océano,
Pablo Neruda (1904- 1973)
De nacionalidad chilena, su verdadero nombre fue Neptalí Reyes y se inició muy pronto en la poesía, pues ya en 1921 publicó su primer libro titulado Crepusculario.Abrazó enseguida, tras una etapa claramente modernista con visos románticos (peculiaridad que no desaparecería nunca de sus versos), corrientes de vanguardias, especialmente la surrealista, para acabar encontrando un camino muy personal y lleno de apasionamiento romántico y existencial. En su trayectoria aparecen libros bellísimos como Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la tierra, Los versos del capitán, Odas elementales o Memorial de Isla Negra. Diplomático y político, Neruda se vio obligado a viajar por medio mundo, y durante su estancia en España durante la Guerra Civil lo que aquí vivó le llevó a escribir un poemario comprometido titulado España en el corazón. En 1971 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.
He aquí una muestra de su poesía, extraída de Los versos del capitán:
“Yo soy el cóndor, vuelo
sobre ti que caminas
y de pronto en un ruedo
de viento, pluma, garras,
te asalto y te levanto
en un ciclón silbante
de huracanado frío.
Y a mi torre de nieve,
a mi guarida negra
te llevo y sola vives,
y te llenas de plumas
y vuelas sobre el mundo,
inmóvil, en la altura.
Hembra cóndor, saltemos
sobre esta presa roja,
desgarremos la vida
que pasa palpitando
y levantemos juntos
nuestro vuelo salvaje.”
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