sábado, 12 de mayo de 2012

FOTOGRAFÍAS QUE HABLAN

Un monumento de siempre

En el alma guardamos lo bueno y olvidamos lo malo. Si no fuera así, vivir se haría realmente difícil. Entre lo bueno destacan las cosas que tienen que ver con nuestros juegos infantiles. Y uno de mis juegos infantiles consistía en subirme a la piedra que aguanta la estatua de Viriato, el terror de los romanos. El monumento se encuentra todavía en la plaza que lleva su nombre, plaza donde por otra parte tiene lugar el Miserere del Yacente de la Semana Santa y se levantan edificios notables como el antiguo Hospital, hoy sede de la Diputación Provincial, y el Parador de Turismo, en otro tiempo el Hospicio. Cuando pintaba esta aguada, aquí en tierras catalanas, me vinieron en aluvión incontenible a la memoria recuerdos buenos de mi querida patria chica, pero especialmente el juego, casi un ritual, de tocar los cuernos del ariete romano y trepar por lo que nosotros los chiquillos llamábamos la castaña pilonga, peñasco traído de Sayago,  que se creía lugar de nacimiento del valeroso guerrillero.

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