Más allá del cuadro
Sucede a veces que la imaginación del artista supera casi todos los límites y la pintura, que en un principio debía guardar las formas y aceptar las leyes de relación entre la obra pictórica y el marco que la sostiene y aísla de la pared en que se expone, sigue sus propios dictados que son crear en el espectador una nueva realidad, ayudarle a soñar y a fantasear sobre el mundo de la belleza. Cuando pinté este gato y vi que parte de su anatomía no iba a salir en el cuadro y observé en los ojos del animal, pintado, sí, pero para mí tan real como cualquier otro, una expresión a medio camino entre la tristeza y la decepción de no caber en él, opté por saltarme a la torera el sentido común y pinté la patita delantera tanteando el aire misterioso del ángulo inferior del marco y el extremo de la cola acariciando la parte superior del mismo. Así, la noche del cuadro y su misterio lunar, se amoldaba a los pasitos sigilosos de mi gato preferido y de mi familia, aquel Canela que tiempo atrás formó parte de ella. Y el cuadro, hoy, sigue fiel a su recuerdo.
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