domingo, 9 de agosto de 2009

DE VISTA, DE OÍDAS, DE LEÍDAS

El vicio de escribir en los libros



































No sé de dónde ni de quién aprendí a subrayar (eso todavía no está tan mal si con el tiempo te ayuda a recordar opiniones de autores a quienes se admira) y a escribir breves comentarios sobre párrafos o páginas leídas en cualquier espacio que me dejara el libro que en ese momento estuviera leyendo, cuando no retazos de narraciones o poemas enteros, que luego, cuando querías tenerlos a la vista era imposible saber dónde los había escrito (Eso sí, y ahí estaba mi sorpresa, cuando no los buscaba, volvía a encontrarme con ellos al abrir de nuevo un libro que hacía mucho tiempo que no lo frecuentaba). Hasta se da el caso de que en Tossa dispongo de una colección de libros, Grandes Autores Biblioteca de Literatura Universal, de uso frecuente que suelo llevar a la playa para releer y también para esbozar posibles dibujos o pergeñar poemas en las páginas blancas que tienen cuando las circunstancias me obligaban. Un ejemplo es el ejemplar de Juan Marsé, Los misterior de colores, donde guardo dibujos de barcos que cruzan la bahía, la estatua de Minerva con las rocas donde se sustenta y las que llevan hasta la Mar Menuda, un pescador con el fondo de la Vila Vella o la Isla que domina la playa grande (curiosamente, no he escrito nada en sus páginas blancas, sólo he dibujado; hay para todo: en otros ocurre lo contrario). Y a lo que iba. A hablar de ese vicio mío de escribir en cualquier espacio blanco de los libros. Hay uno, también en mi minibiblioteca de Tossa de mar, el Lazarillo, de Vicens Vives, un manual que usé mucho en mis clases de Castellano por su magnífica edición y comentarios, que contiene un poemilla que nunca he incluido en ningún poemario mío, ni siquiera en colaboraciones de revistas, y que, paradójicamente, he buscado afanosamente en alguna ocasión de mi vida para darle la oportunidad que he dado a otros poemas, incluso inferiores. Y ahora, hace unos día, ojéandolo de nuevo, doy con él. Es un poemilla inconcluso, pero que dice de mí mucho más que otros y con una sencillez entrañable que ya quisiera para otros. No tiene título y dice así:
"Tú vienes de aquel barrio,
de aquella buena tierra
donde el puente y el río,
con la muralla vieja,
te dan la pauta limpia
de una vida serena.
Allí te enseñó el aire
a respirar con fuerza
y a decir las palabras
bien altas y sinceras.
Aprendiste del río
a seguir una meta
y a regar en silencio
la luz de tu existencia.
Tú vienes de aquel barrio
del río y las aceñas.
Por eso sabe a libre
la voz de tus poemas."

Ya tiene vía libre, ya vive por sí solo. Que alguien más lo disfrute.

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