"A uno las letras le salen de adentro
y vienen hechas de sangre y sudor
pero la música espera en el aire
y elige el verso que más le conviene."

ADIÓS A BENEDETTI DESDE EL CIELO
En vuelo hacia Praga
leo en el periódico que Benedetti murió anoche.
Hay cosas que suceden sin más, como esta muerte,
y se alojan en el alma del que las ve pasar.
Y no se puede hacer nada: sólo verlas
como se ve a las hojas temblar en otoño
o a los blancos Alpes levantar sus coronas nevadas
ahora hacia el cielo
por donde navega el avión que me lleva hacia Praga.
Las canciones del que no canta
suenan a esta altura,
casi irreal para los hombres,
como latigazos de protesta, como voces
que no acatan sin más la desaparición de su dueño.
Sus versos, prosa cotidiana y musical,
de oficinistas enamorados, de exiliados poetas,
de gente anónima que a hora temprana coge el metro
para alzar el andamio de los días,
se desgranan llenos de sudor y sangre
desde Urugay a Praga
pasando por los Alpes.
Adiós a Benedetti, al poeta del purgatorio cotidiano
entre días de persianas rotas y noches de amor desconsolado,
entre orillas donde las leyes mueren
y ríos de cordura donde los libros nacen.
Y la vejez se ríe de su vieja primavera.
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