sábado, 23 de mayo de 2009

ADIÓS A BENEDETTI

La redacción se toma esta segunda quincena de mayo de total desconexión de la Revista para hablar de las impresiones recibidas durante la reciente estancia del editor en Praga, la ciudad de las cien torres, nombre que entre otros recibe la ciudad donde nació Kafka. Ya en vuelo, el editor se entera por el periódico de que el poeta uruguayo Mario Benedetti ha dejado de cantar a la vida para descansar al lado de su querida Luz, mujer de su existencia a la que dedica las Canciones del que no canta, poemario aparecido en 2007 y donde llega a decir:


"A uno las letras le salen de adentro
y vienen hechas de sangre y sudor
pero la música espera en el aire
y elige el verso que más le conviene."
























ADIÓS A BENEDETTI DESDE EL CIELO



En vuelo hacia Praga
leo en el periódico que Benedetti murió anoche.
Hay cosas que suceden sin más, como esta muerte,
y se alojan en el alma del que las ve pasar.
Y no se puede hacer nada: sólo verlas
como se ve a las hojas temblar en otoño
o a los blancos Alpes levantar sus coronas nevadas
ahora hacia el cielo
por donde navega el avión que me lleva hacia Praga.

Las canciones del que no canta
suenan a esta altura,
casi irreal para los hombres,
como latigazos de protesta, como voces
que no acatan sin más la desaparición de su dueño.

Sus versos, prosa cotidiana y musical,
de oficinistas enamorados, de exiliados poetas,
de gente anónima que a hora temprana coge el metro
para alzar el andamio de los días,
se desgranan llenos de sudor y sangre
desde Urugay a Praga
pasando por los Alpes.


Adiós a Benedetti, al poeta del purgatorio cotidiano
entre días de persianas rotas y noches de amor desconsolado,
entre orillas donde las leyes mueren
y ríos de cordura donde los libros nacen.


Y la vejez se ríe de su vieja primavera.

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