viernes, 28 de noviembre de 2008

LETRAS PARA EL OCIO

LA PASIÓN DE CRISTO

Después de cenar, una noche de aquellas de Tossa, viendo que la lluvia no paraba, optamos por no bajar al baile para no tener que vivir lo de la noche anterior, entre chicos y chicas que saltaban como monos en medio de la pista (habíamos oído que se irían al día siguiente), y vimos por la tele La pasión de Cristo, una polémica película según los críticos y cuyo director es Mel Gibson. ¿Qué aporta esta cinta? ¿Tal vez el exceso de sangre y dramatismo? El Barroco español se queda a la altura del betún al lado de la película de Gibson. Podría destacarse el empleo del Flash-back en escenas subidas de dramatismo (en muchos casos aparecen en pantalla momentos de la vida de Jesús más serenos y cotidianos). La fotografía, los primeros planos, algunos efectos... El tema del poder civil frente al religioso es otro punto que conviene destacar, sin olvidar algo muy importante: el empleo del idioma arameo (aporta su nota antigua y veracidad en las escenas que el espectador contempla), aunque los subtítulos correspondientes (en muchos casos plagados de faltas de ortografía y signos de puntuación), impiden a veces disfrutar de la calidad de la imagen (las calles de Jerusalén, el calvario, el Templo, las expresiones de los rostros de los personajes, la arquitectura, los celajes...). Es una película que busca la espectacularidad en el sufrimiento de Jesús. Aunque todo se serena cuando en la cueva del enterramiento se ve aflojar la sábana que cubrió su ensangrentado cadáver y aparece en primer plano el cuerpo desnudo, limpio y apolíneo del protagonista y su rostro, de perfil, de expresión serena, alzando los ojos al cielo antes del fundido final.










1001 PELÍCULAS

Mi nuera Loli me dejó el pesado (sólo físicamente) libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (en la cubierta, el rostro aterrorizado de la Janet Leigh de Psicosis), que Grijalbo sacó a la luz en 2004 y que coordina Steven Jay Schneider. Y el Lunes de Pascua, que no había nada que hacer, dediqué toda la mañana en meterme en sus casi mil páginas. La clasificación de películas que se hace en el libro no acabó de convencerme pues al lado de géneros cinematográficos tan ambiguos como Cine experimental, Cine familiar o Cine político (este último sólo contiene dos títulos), aparecen otros apartados de espectro amplísimo (casos de Drama o Thriller) y otros que podrían agruparse en uno solo (Misterio, Terror, Cine Negro...). Por no citar el hecho de que varios filmes aparecen incluidos en distintos géneros. Mientras hojeaba el libro, iba sacando notas y apuntando títulos que echaba de menos (Peter Pan, Pánico en las calles, La túnica sagrada, El chico, Bambi, Los cuatro jinetes del apocalipsis, Tres jinetes bengalíes, Muerte en Venecia..., por citar unas solas de mi gusto personal (alguna de ellas reconocida por la crítica especializada). Jugando un poco con la nostalgia, confeccioné una lista de películas predilectas anteriores al año de mi venida a Barcelona (1964), entre las que destacan El ladrón de Bagdad, La quimera del oro, Robín de los bosques , La diligencia, Gunga Din, Casablanca, El halcón Maltés, Gilda, La soga, El tercer hombre, Ultimátum a la tierra, Solo ante el peligro, Raíces profundas, Doce hombres sin piedad, El puente sobre el río Kwai, Drácula (el de Christofer Lee), Orfeo negro, Psicosis o Los pájaros.










ROBINSON CRUSOE

Siempre ha sido para mí Robinson Crusoe, ya adopte el formato de libro, ya el de film, símbolo de libertad, de lucha por la supervivencia, además de un canto a la amistad y al sacrificio humanos, capaces de salvar barreras culturales, sociales y religiosas. Una tarde de Semana Santa pusieron por la tele una versión y me dispuse a verla con ojos de niño. Y mientras la veía, recordé otros tiempos de infancia y adolescencia, cuando todo se resumía en ser feliz y en disfrutar de la aventura y el juego. En Robinson Crusoe se aprende a ser mayor, a ser tolerante, a ser un hombre. Para siempre irán acompañando al profesor los nombres del propio Robinson, el de su inseparable amigo Viernes, el de Isabela... y el mundo de la naturaleza salvaje al que, con un poco de cultura, algo de ingenio y mucho esfuerzo y tesón el hombre puede llegar a dominar. En Robinson Crusoe es posible asistir al complemento que se da entre el mundo de la civilización y el del mundo primitivo. Sólo Gracián en la literatura española y Rouseau en la francesa nos dan muestras del mismo fenómeno.

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