viernes, 14 de noviembre de 2008

LETRAS PARA EL OCIO

UNA PELÍCULA SOCIAL

En una de tantas fiestas caseras como hacemos con los hijos, tras la comida en el jardín y el rato de sobremesa, vimos una película alquilada en el videoclub más cercano, V de vendetta, un film de reivindicaciones sociales y políticas donde el pueblo, avasallado por un "líder" fascistoide y dictador, se sacude el yugo de la injusticia y la manipulación, ayudado, claro está, por el héroe de la película, el hombre enmascarado (al profesor le recordaba por momentos al Robin Hood inglés o al Fan-fan el invencible francés de sus años mozos), que a base de valor y curiosas estratagemas, trae el jaque a los "malos" hasta conseguir que una multitud, tapada la cara con una máscara igual a la suya, se rebele contra la autoridad, mientras él, en brazos de la heroína, muere confesándole su amor. La escena en que salta por los aires el Parlamento londinense a efectos del metro cargado de explosivos en el que viaja también el cadáver del héroe cubierto de rosas, es propia del director de Matrix y las palabras de la heroína, según las cuales, todo el mundo de a pie, noble y honrado, alienta en su alma los ideales que defiende el enmascarado, son dignas de grabarse en mármol.






EL ARGOS DE LA MONARQUÍA

Un día, por fin, me puse a leer El Argos de la Monarquía, libro que acaban de publicarle a Esteban en Madrid, tras fusilar estratégicamente su tesis doctoral. De setecientas páginas que tenía la tesis, el libro actual no pasa de las quinientas. Adiós a la exhaustiva bibliografía y el abundante índice de nombres. La introducción corre a cargo del catedrático que dirigió la investigación de Esteban, pero no aporta nada sustancial al libro; se limita a mencionar a los catedráticos que estuvieron presentes en la defensa de la tesis en la Universidad de Huelva (seguramente a modo de agradecimiento), a elogiar la concienzuda labor del autor y empleo hecho de las enseñanzas aprendidas en Foucault, aparte, eso sí, una leve descripción de la estructura del libro y, a grandes rasgos, su contenido, así como los méritos de su discípulo. El prólogo es otra cosa. Firmado por el propio Esteban, da una visión meridiana de lo que son las páginas que siguen, empezando por la referencia al mito de Argos, al servicio de Hera, que con sus miles de ojos vigilaba todo cuanto alrededor vivía, mito utilizado por Carlos IV para crear una policía censora de cuantos escritos intentaron ver la luz de la imprenta entre 1750 y 1834. En el prólogo también se alude al poder del Santo Oficio en la misma materia, pero ahora relegado a segundo o tercer plano, pues la labor censora en la España ilustrada pasa a manos de civiles o seculares, "formalmente atribuida a otros órganos, el propio Consejo de Castilla o la Secretaria de Estado." Concluye el prólogo, entre otras cosas, afirmando que el libro "describe el perfeccionamiento de los mecanismos de que dispone la dinastía borbónica para la intervención sobre la escritura y la imprenta, concebido ya ese Argos de la Monarquía, ser con mil ojos policiales afinados en una moderna tecnología de gobierno con voluntad de saber y de constituir saberes."





TARDE DE LLUVIA Y LECTURA EN TOSSA

Una tarde lluviosa en Tossa puede convertirse en un momento inolvidable y romántico, aunque la tarde a que me refiero no pudimos ni comer en el balcón, de cara al paisaje verde que desde él se domina, pues lo que quedaba de día se dejó deprimir por una lluvia lenta, terca y gris. No nos quedó otro remedio que dedicarnos a leer. Nasi al fin acabó de leer Los organillos. Los forasteros volvieron a sus países de origen. Vicens para recuperarse de su enfermedad y Pinero tras la muerte de Gloria (después mandará una lápida para la tumba de su amor de toda la vida con la estatua de una mujer desnuda, a lo que el cura en principio se niega pero con un donativo para la iglesia se tranquiliza). Renier, el escritor, es el único que se queda en el pueblo porque se lo pide su hijo, que ya está cansado de ir de un sitio para otro (finalmente, logrará encontrar paz y sosiego en Jenny, la dueña del bar). Y el pueblo se queda tranquilo con sus habitantes de siempre y con Mao, el pescador, y Font, el dueño del otro bar, el fiel amigo y en otro tiempo marchante de Pinero. Y yo seguí leyendo el libro de Esteban, que con otros había decidido llevarme a Tossa. El Argos de la Monarquía es un libro denso, riguroso, científico, con miles de notas a pie de página (en ocasiones ocupan más de las tres cuartas partes de la página) y un estilo abundante (periodos largos y puntos distanciados, empleo de paronomasias, sinonimia, paréntesis aclaratorios...). Leído el capítulo primero, La mirada de Argos: "cierta y continua, pero invisible", sólo cabía llegar a la conclusión de que la investigación sobre la policía censora del libro de la España ilustrada se cimentaba en un método implacable de citas de autoridad y narración de multitud de casos concretos que el rigor que se deducía de lo primero se convertía en ameno por lo segundo. La descripción de la ciudad del libro, centrada en las imprentas y las librerías, resultaba para el resto del libro, a juzgar por el índice, un cimiento necesario, así como el apartado de los puertos españoles por donde entraban multitud de impresos, legajos y libros procedentes del extranjero, en especial, de Francia; aquí se veía como en ninguna otra parte la labor concienzuda de Argos o del modelo panóptico (así es llamado también en numerosas ocasiones) del Estado de vigilar y perseguir cualquier intento de entrar en el país publicación que pudiera representar un peligro para él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario