miércoles, 25 de junio de 2008

DE GALICIA

I.

Me pregunto si este acto de amor en Portonovo
Algo tiene que ver con las plegarias
De los altos pinos que ahí, amantes,
Orantes, se besan bajo el viento
Y ofrecen su prisión a algún dios celta
Que los mira en la lluvia.
Amamos como ellos y rezamos
Para alargar el hilo del momento.
Los gemidos mojados de los pinos
Acompasan los besos, los abrazos,
La siembra y el silencio.
Y yo los miro
Como si fuera uno de ellos,
Otro cautivo sin saber qué pasa.
Y rezo la mejor canción que sé:
El silencio.

Me pregunto si este acto de amor en Portonovo
Es cosa de la ría,
Del mágico obelisco que a unos pasos,
Sobre el cantil, señala otro destino.
No sé, pero ahora quieto,
Mientras mis manos sueñan todavía
Con su ternura, sigue
Siendo el lecho la playa donde el mar
Se apacigua, y yo un niño
Absorto en su inocencia,
Todo magia y murmullo de silencio.




II.

La lluvia bajo el ala.
El corazón soñando en vuelos de perdones.
El parque
De silencio, palomas y camelias,
Surcos donde siembra el cielo brumas
De la gran Rosalía. Ahora vengo
De aquel ámbito frío, traigo el alma
Con media pulmonía y pido vino
Y una tapa de pulpo que me salve
Del aljibe que me tiene cautivo.
“Jacobus” es la magia.
En sus cuatro caricias resucito
Recitando las nieblas de aquel ángel
Que no voló en su cielo.
Luego pago, estornudo y vuelvo a ser
Un fiel enamorado de Santiago.
Aunque llueve y me duele el rezo oscuro
Del pino en Portonovo,
Aunque llueve y escucho,
Entre el hondo gemido de los bronces,
Cómo el clavo de amor de Rosalía
Taladra el cuerpo blando de mi verso.




III.

Esta noche es la última.
Dios sabe cuándo habremos de sentirnos
Tan libres y tan niños como ahora.
Los pinos y sus besos
Serán versos un día, pero ahora, esta noche
Son testigos de vida.
Los miro
Como si pudiera saber de qué están hechos
Sus rezos sin nostalgia.
Como si después de mí
Ya no quedara nadie en la ventana
Mirándolos así, como si fueran
Humanos como yo.

Arde al fuego el orujo,
El azúcar, los granos de café
O la olla donde cantan las brujas.
La fórmula hechicera, la joven hierofante,
Las sombras como hiedras trepando en las columnas
Del salón. Y nosotros,
Rezando la oración de la memoria,
Endulzando las hieles del pasado
Con estas mieles. Bebo
Lentamente la taza de los ritos
Sin que se cuele aquí la lluvia negra
De lo que espera luego. Cuenta sólo
Este embrujo de ahora,
Caliente y duradero, de la maga Galicia
Que nos da en un instante la luz de su misterio.

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