sábado, 9 de julio de 2016

FOTOGRAFÍAS QUE HABLAN

Con Ramón Casas y otros tiempos



El tiempo es el que es, y la fotografía lo máximo que puede hacer es aproximarse a la melancólica poesía que siempre nos evoca el recuerdo del pasado. Dos cipreses enmarcan la pintura de mi casa de infancia que realicé hace algún tiempo en el sector de la derecha del cuadro que aún estoy pintando (el tiempo dirá cuándo está acabado). Los tres balcones de nuestra morada durante más de veinte años, azules como la ilusión que tenía la familia, siempre mirando al Puente sobre el Duero y a las murallas de Zamora, recinto sagrado para todos nosotros. La puerta de entrada, abierta como la esperanza, las dos ventanas, ojos asombrados, los dos poyos de piedra, reposo y alivio para las noches de verano y la misteriosa puerta del corral de los vecinos de abajo (falta el perro que ladraba al vernos llegar o salir de la casa).
Y dos añadidos mágicos. En lo alto, una reproducción de la Torre del Caracol, de Benavente, monumento que siempre alimentó mi retina. Y en la parte inferior, sobre un espacio verde como imagen de lo que siempre pervive, un modesto homenaje al pintor catalán Ramón Casas, en el 150 aniversario de su nacimiento. En este cuadro interminable de mi vida creí necesario dejar muestra de mi admiración por el pintor modernista que se hizo célebre por sus retratos y sus pinturas sobre la flor y nata cultural y política de su época. Y aunque sea imposible en la realidad, he intentado unir en el tiempo de la emoción lo que viví de niño y admiré de adulto. Que no lo haya conseguido no me importa demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario