Para escribir poesía
Ingredientes: constante vocación,
trabajo sin descanso, si se puede
de sol a sol con noches incluidas;
y tanta sensibilidad como talento.
Con estos ingredientes, amasados
con salidas al mundo y sus andamios
de dolores, traiciones y esperanzas,
podrá el poeta hacer roscos de sueños
y surcos donde el miedo tenga espigas
que den mañana pan entre mil manos.
Pero no conviene echar campanas libres
al aire de un invierno siempre duro:
no sea que el que manda suba impuestos,
y amenace el euríbor la hipoteca.
Y es que, amigos, la vida empuja amarga
y condena a los versos al exilio.
Apretemos los dientes y vivamos,
que viviendo escribimos el poema
de cada día nuevo y su misterio,
con su dolor a cuestas y su luto.
Tal vez así podamos concluir
que amasando los sueños conseguimos
si no escribir metáforas, subir
un peldaño de amor hacia la luz.
(de Recetario sentimental, inédito)
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