viernes, 20 de diciembre de 2013

EL HOMO TRANSCENDENTE



EL HOMO TRANSCENDENTE, de José Membrive

 



A Pepe Membrive (Andújar, 1953) lo conocí, como a muchos otros amigos poetas, en Barcelona en  la tertulia de José Jurado Morales a mediados de los años ochenta, y desde entonces no he perdido ni su amistad ni sus constantes muestras de generosidad. Tras la desaparición de la tertulia de Jurado, por el fallecimiento del poeta, Membrive creó una especie de continuación de aquélla en el Real Círculo Artístico con el nombre de Diálogos Literarios y, en estos últimos tiempos, la tertulia Carena, relacionada con la editorial del mismo nombre fundada y dirigida por él.
Si me preguntaran qué es más para mí Pepe Membrive, si poeta o ensayista, contestaría sin pensarlo dos veces que poeta. En su haber cuenta con los siguientes poemarios: Del amor y la noche (Rondas, 1985), Reductos de silencio (Devenir, 1991), Besos.com(Carena, 2002) y El pozo (Carena, 2006), este último escrito tras la dramática desaparición de su mujer Mercé. Ha publicado también narrativa y ahora el libro que da título a esta breve reseña, El homo transcendente (Carena, 2013), un ensayo que participa de otros géneros literarios como el lírico y el narrativo.
Libro de ayuda en muchas ocasiones, El homo transcendente es un ensayo esperanzador para comprender en todos sus sentidos la vida actual del hombre en una sociedad que se desintegra lentamente, ensayo no en balde subtitulado Primer manifiesto vital de la nueva especie.El ensayo está estructurado en tres partes: 1ª, El homo dual. ¿Quiénes somos? 2ª,  El homo artístico. ¿De dónde venimos? Y 3ª, El homo transcendente, ¿Adónde vamos? Es, pues, un tratado sobre la evolución del hombre desde sus orígenes hasta el momento en que nos encontramos.
Aunque echo de menos una bibliografía al final del libro, su lectura me remite a un abanico amplísimo de lecturas y vivencias del autor, desde la Paleontología hasta la Biblia, pasando por la Historia de las civilizaciones, la Astrofísica, la Literatura española, la Filosofía, las Religiones, la Mitología y un largo etcétera que incluye a autores preocupados por nuestros fantasmas y nuestros miedos, como José Antonio Marina, Sigmund Freíd o Gandhi, sin olvidar las múltiples citas sobre el amor y los más diversos temas.
Mientras leía el libro, no sólo iba descubriendo la evolución del hombre y sus misterios relacionados con la vida, el amor, el arte, la religión y la trascendencia, sino también, y lo más importante, las creencias, el pensamiento, las opiniones sobre el comportamiento humano, los sentimientos acendrados y la profunda religiosidad del autor, con sus inquietudes, miedos, tristezas y júbilos respecto del fenómeno existencial que gira a su alrededor.
Razón no le falta cuando afirma que el homo sapiens “es un ser con doble procesador: reza en la iglesia y mata en la guerra; ama a su perro y destruye a su hermano.” O cuando dice que “El paraíso lo vamos construyendo con nuestras acciones cotidianas”. “El universo suele devolver, con efecto retardado y potenciado, lo que cada cual proyecta sobre los demás.”
Decía más arriba que el libro es una mezcla de géneros y por ello, al lado de las anteriores afirmaciones propias del ensayo, encontramos numerosos ejemplos de lirismo como en la declaración de amor a Eva de la página 78, de la que extraigo las siguientes líneas: “Te quiero porque no eres virgen, disfrutaste en tus carnes el placer; te quiero porque no te declaraste esclava de señor alguno, porque amas la sabiduría, Te quiero porque permaneces viva, insuflándome fuerza cada vez que releo tu historia, cada vez que deletreo tu nombre. Te quiero porque fuiste el primer ser humano que prefirió el destierro al aplastamiento.” (Pág. 78)
Hay asimismo en el libro múltiples muestras narrativas, como las “extropecciones” que incluye aquí y allá, o las introducciones en primera persona de muchos de sus capítulos, que son pequeñas pinceladas propias de los diarios (“No he podido acudir al trabajo porque sufro un ataque de lumbalgia, que trato de mitigar con calmantes…”  “A media tarde salgo a gestionar mi baja en el Departament d’Ensenyament, que está a dos calles de donde vivo…”
Sobre todas esas muestras narrativas, destaca sin duda el Capítulo 8, titulado Un empujón, donde narra con sereno dramatismo la triste historia de la desaparición de su exmujer Mercé, madre de su hijo, desaparición ocurrida en enero de 2011, cuando creía terminado el ensayo y resueltos algunos interrogantes filosóficos y sociales que más le inquietaban. Fue un hecho desolador que le hizo recapacitar sobre el verdadero sentido de la vida, sujeto al padecimiento humano desde el mismo momento en que nacemos.
La muerte de Mercé está tratada en el libro con una serenidad de espíritu propia de un profundamente espiritual, pese a que el autor había perdido la fe cuarenta años atrás, a raíz de haber fallecido su hermano Salvador. Pepe había conocido a Mercé en 1986 y enseguida supo que iba a ser el amor de su vida. Sin embargo, la esquizofrenia que padecía ella pronto empezó a sembrar la tristeza entre ambos, y aunque su embarazo significó en principio una tregua de calma y serenidad, el parto, larguísimo parto, pues duró tres días, “confirmó la vuelta al infierno”, con palabras de Membrive. Rebrotó con mayor virulencia la esquizofrenia y, a partir de entonces, sobrevino un periodo de ingresos y altas, hasta que la muerte se la llevó en enero de 2011.
La parte de ayuda o de consejos de actuación que posee el libro es también amplia e importante. He aquí algunos: “Al cuerpo hay que cuidarlo, tanto en el aspecto interno como externo, a través de la alimentación y del ejercicio físico; y al alma hay que nutrirla con meditaciones, lecturas, música, pintura, escritura, aproximación a la naturaleza, oraciones, celebraciones comunitarias… para que nos pueda insuflar su fuerza y nos permita una vida sentimental intensa y placentera” (Pág. 96)  “No se puede escribir un poema de amor, sin haber sentido previamente el desgarro de la ausencia.” (Pág. 106)
Pero es el ensayo el género por excelencia empleado en el libro como aglutinante de todos los demás. Modelos de artículos ensayísticos compactos son por ejemplo, los que forman el Capítulo 9, especialmente, El Homo Artístico como intérprete del Cosmos, Ética, un plan de vida para abandonar las jaulas y La estética, el camino hacia lo memorable.
Y todos estos géneros comparten un lenguaje claro, directo y ameno, que, unidos al lirismo que empapa muchas páginas del libro, cumplen a la perfección el objetivo que buscaba Pepe Membrive al comenzar a escribir el libro: llegar con la misma intensidad a los sistemas conceptuales y sentimentales del lector.
Concluyendo, El homo transcendente es un libro para leer despacio y sin prejuicios, y mientras se lee, conviene no olvidar ni un instante la frase que dice Pepe en la página 89 de su libro, en el apartado La inteligencia social: “Ninguna revolución basada en parámetros puramente materialistas puede crear una sociedad justa.” Esta sociedad justa es la que preconiza Membrive en este tratado humanista y religioso; sí, he dicho religioso, porque si no se abriga una religión, entendida siempre como una actividad humana basada en creencias y prácticas existenciales,  morales y sobrenaturales encaminadas a conseguir precisamente una comunidad justa.

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