miércoles, 11 de septiembre de 2013

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Presentar libros

Una de las actividades que más me confortan es presentar libros de amigos. Y he presentado algunos a lo largo de estos últimos años. La pena  es que algunos de esos amigos se fueron y no pueden compartir conmigo este bello recuerdo; son los casos de José Antonio Espejo, a quien tuve el orgullo de dar a conocer su hermosísimo libro Cantos del guerrero vencido, ganador del Viernes Culturales de la primera época, en el Ateneo de Cerdanyola; Vicente Rincón, de quien el grupo Azor y yo en su nombre, hicimos una semblanza de su vida y su obra en el Real Círculo Artístico de Barcelona;  Antonio Matea, de quien presenté con emoción en distintas ocasiones poemarios suyos, como Sonetos en gris mayor (Premio Diputación de Albacete), y a su marcha, me correspondió el honor de hablar de su auténtica manera de concebir la poesía y recité en la Sala Granados de Cerdanyola una muestra representativa de su poética; José Carreta, su amigo, y miembro como él y como yo del jurado del Premio mencionado, y autor de emotivos libros como La voz que me habla; o el poeta maestro de poetas José Jurado Morales, al que el grupo que nos habíamos formado en su tertulia Azor alrededor de su magisterio, rendimos sincero homenaje en el Real Círculo Artístico barcelonés.
Entre los amigos, gracias a Dios vivos todavía, alguno de cuyos libros he tenido la gran satisfacción de presentar, se encuentran los siguientes: Encarna Fontanet, de poesía profunda e intimista, con libros bellísimos como Peramo o Ante el tercer peldaño, del que he hablado en este mismo blog; Visi Beato, ganadora de Viernes Culturales con un libro directo y comprometido con el tiempo y la vida, Las líneas esenciales; Milagros Martín, autora de una poesía delicada y amante de la naturaleza y las costumbres cotidianas de la casa y la familia, entre cuyos poemarios destacan Hablo con mi amigo el mar o Descubriendo mi tiempo; Amparo Cervantes, de trazado clásico y temas universales como el amor o la muerte en sus versos, y con alguna incursión feliz en la prosa (Silencio Amarillo es una buena muestra).
Ya más cerca en el tiempo, me hizo mucha ilusión presentar en el Ateneo barcelonés El imperio de las luces, soberbio poemario de mi colega Ambrosio Gallego, poeta como la copa de un pino.
Y el siguiente será, Dios mediante, el próximo mes de octubre en el mismo lugar. Le toca el turno al libro Francisco Brines, entre el canto y la elegía, del también colega y amigo Antonio Machín Romero, un estudio crítico, que aún late caliente entre mis manos (acaba de salir este mismo año de 2013) y del que daré cuenta más adelante en este blog.

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