Otro octubre
Los octubres tienen para mí un significado especial. Sin ellos les faltaría algo a mi vida. Y últimamente, más. Y no son las manifestaciones otoñales en sí, que también: el morir de las hojas, el bosque rojizo de Tossa, los comercios y hoteles que van cerrando sus puertas tras las vacaciones estivales, el mar movido y la bandera roja ondeando en la playa... Sino los acontecimientos personales, familiares, culturales y sociales que se suceden durante este mágico mes de octubre, puerta que se abre definitivamente al otoño y a las actividades educativas y librescas del mundo. En este mes cumplen años familiares muy cercanos, mi nieto mayor, mi cuñada y mi hermano mayor, de cuya fiesta, ocurrida ayer, me hago eco en esta entrada. La fiesta es singular porque, siguiendo una tradición inventada por mi hermano, nos reunimos toda la familia, tres generaciones nada menos, para recordar que el cariño y los buenos recuerdos van cogidos de la mano, y que el paso del tiempo los enriquece como a los buenos vinos. El repaso del año transcurrido, la presencia de nuevos miembros de la familia, evocaciones, proyecciones de viajes y un sinfín de cosas que tienen que ver con la salud y la felicidad, vuelan sobre la mesa, entre conversaciones festivas y brindis por que todo siga al menos como hasta ahora. Como cada año, tras apagar las velas de los años que ya han transcurrido, volvieron a sonar los versos en honor del homenajeado
Y caminas por octubre, para ti mágica alfombra,
planeando otros viajes y extrayendo de la noria
de tus sueños agua eterna que te venga de Zamora,
de su fiel Semana Santa y de su vetusta historia,
de los pasos que tu gente sembró allí en pasadas horas
desde el Puente a Santa Clara, en las luces y en las sombras.
Caminando por la vida, como quien no hace la cosa,
vas cumpliendo otros otoños, viendo abrirse nuevas rosas,
y lo que es más importante: siendo tan buena persona
y amando como tú amas lo que ama tu memoria.
planeando otros viajes y extrayendo de la noria
de tus sueños agua eterna que te venga de Zamora,
de su fiel Semana Santa y de su vetusta historia,
de los pasos que tu gente sembró allí en pasadas horas
desde el Puente a Santa Clara, en las luces y en las sombras.
Caminando por la vida, como quien no hace la cosa,
vas cumpliendo otros otoños, viendo abrirse nuevas rosas,
y lo que es más importante: siendo tan buena persona
y amando como tú amas lo que ama tu memoria.
Y este octubre también nos trae, como otros años, el fallo del Premio Planeta, con sus más y sus menos, al fin y al cabo no es otra cosa que un negocio editorial. Y cosas nuevas, como el movimiento de los "indignados", que ya empiezan a indignar con sus atropellos e ilegalidades, pese a que en muchos de sus componentes existen buenas intenciones (aunque en esto de la política las aguas tuercen su curso cada dos por otres), intenciones que podrían encauzarlas ejerciendo su derecho al voto en las próximas elecciones del 20N (siglas y siglas en este siglo tan amigo de acrónimos y siglas). Y la conferencia de "paz" que se anuncia en estos días sin tener en cuenta la verdadera paz, que se firma con la ley, la libertad y el respeto a la vida. Octubre, bendito octubre, que cerraremos con unos días de tranquilidad en un rincón del Mediterráneo.
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