jueves, 1 de agosto de 2024

ESTE VERANO CADA SEMANA UN TEXTO (VI) LOS VAN GOGH


LOS VAN GOGH


El párroco Van Gogh leía una carta que le había enviado su hijo Vincent.

Este hijo mío siempre tan lejos en cuerpo y espíritu de nosotros. Su madre, sus hermanos y yo lo queremos mucho, pero parece que entre él y nosotros se abre un profundo abismo: nosotros aquí, en este lado del precipicio, y él en el otro, y cuando nos hablamos tanto sus palabras como las nuestras son pompas de jabón que revientan en el aire y caen sus gotitas en el abismo…”

El párroco van Gogh torció los labios mientras seguía leyendo la carta de su hijo el pintor…

A veces nos preguntamos si ha perdido la razón o si, por el contrario, es un magnífico artista. Por lo que nos cuenta ha empezado ahora a pintar con gran apasionamiento, aunque este apasionamiento Vincent lo ha tenido casi siempre: ya cuando era predicador ambulante lo trasladaba a sus sermones. ¡Qué poco hábil es mi hijo! Poderosa mente y ojos inflamados de pasión. Si no hubiera sido por su hermano Theo, se habría convertido en un completo desgraciado…”

El párroco van Gogh sonrió levemente un instante…

¡Qué bien se avenían Theo y Vincent! Ha sido precisamente Theo quien ha empujado a la pintura a Vincent. Si no hubiera sido por él, Vincent habría acabado siendo o un vendedor de arte o, peor aún, un maestro de escuela, pero sus superiores lo despidieron por negarse a cobrar el dinero a sus discípulos más pobres…”


El párroco sonrió abiertamente…

Parece que lo estoy viendo ahora entrar en las casas de esa gente hambrienta para darles parte de las pocas monedas que llevaba en el bolsillo… ¡Un hombre bueno! Eso nadie puede negarlo. Pero un hombre de esos que quieren cargar sobre sus espaldas las miserias de este mundo. Y eso a los ojos de Dios es arrogancia. Lo que debe hacer es cuidarse de sí mismo, y hasta el momento presente siempre ha necesitado que alguien le ayude…”

Nuevamente el párroco  torció los labios…

Y su pintura es rara. Aplica sobre el lienzo los colores de manera tan gruesa, que sólo desde lejos puede distinguirse algo en lo pintado. Pero de eso debe entender Theo porque trabaja con el mundo del arte y la pintura. Sin embargo, no creo que llegue a vender un cuadro de su hermano si continúa pintando como un demente. Vincent asegura que ha empezado una nueva ruta del arte. Al fin y al cabo el arte se ha inventado para la gente que quiere colgar las pinturas en las paredes de sus casas y disfrutar contemplándolas, reconociendo en ellas espejos de la naturaleza. Y no se trata sólo de Vincent, sino también de otros que se llaman a sí mismos artistas, aunque en su caso me disgusta seriamente porque Vincent es mi hijo. ¡Cómo pinta! Sin duda sus ojos son diferente de los míos…”


El párroco van Gogh volvió a sonreír brevemente…

Pero no quiero acusarlo. Tal vez sean sus nervios los culpables de su actuación. Theo me escribe de su hermano que trabaja sin descanso… ¡Siempre será el mismo! Un hombre que corre de un lado para otro con los puños cerrados y la respiración contenida en busca de una meta que está situada más allá de la realidad.”

El párroco movió la cabeza mientras doblaba la carta y la metía en el cajón de su mesa…

Mi oficio es predicar y celebrar los oficios de Dios para mis feligreses, pero cuando se trata de mi hijo Vincent no se me ocurre nada que pueda servir para ayudarlo. Sin embargo, también es posible que Vincent haya avanzado mucho más que yo y que yo ya no pueda mantener el paso que lleva él. Sea lo que sea, que Dios lo bendiga.”






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