sábado, 5 de marzo de 2022

SOLILOQUIO GALAICO


 

La lluvia bajo el brazo                                                           

 

La lluvia bajo el brazo.

El corazón mirando al cielo de ceniza.

El Parque

de silencio, palomas y camelias,

surcos donde siembra el cielo versos

de la fiel Rosalía. Ahora vengo

de aquel corazón frío, traigo el alma

con media pulmonía y pido vino

y unas tapas de pulpo que sufraguen

el rescate que me tiene cautivo.

 


“Jacobus” es la magia.

En sus cuatro paredes resucito

recitando los versos de aquel ángel

que fue extraño en su pueblo.

Luego pago, estornudo y vuelvo a ser

un fiel enamorado de Santiago.

Aunque llueve y me duele el rezo oscuro

del pino en los cantiles de la ría,

aunque llueve y escucho,

entre el hondo gemido de los bronces,

cómo el clavo de amor de la poeta

taladra la madera de mi vida.

 

 


 

Andando hacia la ría

 

Andando hacia la ría

por el camino nuevo de los pinos,

tocamos de repente el aire blanco.

Un poco más y vemos la piedra en el cantil,

obelisco, menhir, magia actual

que nos quita de pronto el barro oscuro,

la torpeza de ser adultos. Niños

en manos del hechizo, caminamos

hacia el borde de vértigo. No hay miedo:

volamos sin nostalgias.

Sólo niños, subidos al cristal

donde el tiempo es un pasmo que se queda

brillando en una arista.

Adiós, ya volveremos

a la hora de hacernos otra vez

los casados que ocupan una mesa

al lado del piano en el salón.

Ahora ... Sólo está el obelisco, menhir celta,

marcando nuestra cálida deriva.

 

 


 

La vieja cafetera aquí a mi lado

 

La vieja cafetera aquí a mi lado

y en un rincón su saco de dormir.

Me mira desde el fondo de un retrato

y oigo el mar. Me mira desde el fondo

de las cuencas de bronce de una talla

y oigo el mar y el roce de las cuerdas

de las velas y el rezo de los pinos.

 

Tal vez pronto

esta plaza se vuelva un cuadro y pueda

a su vista saber que Méndez Núñez

me habló de la caricia traicionera

del mar y de la vida. Ahora viro

mi barco hacia la luz que siempre aguarda,

al puerto del andamio y sueño unidos.

La plaza espera. El sol, tras la ceniza

de las nubes galaicas, desespera:

hay amor, mucho amor, bajo la lluvia.

 

 


Rúas de silente y verdinoso granito

 

Rúas de silente y verdinoso granito

me esperan desde siempre.

Las viejas hornacinas donde sueñan

saudades eternales las estatuas.

Y el milagro del pórtico.

A salvo en las almenas, en su vientre,

con rastros de derrumbes.

 

Como ángeles de barro caminamos

por las tibias penumbras de las naves.

Tui, como canto de pájaro nocturno,

insistes. Tui, gozoso canto. Espera,

que voy por el recuerdo absorto y alto

muy adentro por tu espíritu de piedra.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario