A un siglo de distancia y emociones, traigo hoy a mi blog una Barcelona que ya no existe sino en mi notalgia y mi devoción por la ciudad de Gaudí, Picasso y compañía (la compañía se refiere a los familiares, amigos y conocidos que en algún momento disfrutaron lo mismo que yo de esa misma Barcelona).
PASEO POR BARCELONA
Cosmética de azul cielo y asfalto,
la Gran Plaza da asilo
a sus babelias vivas,
sus ranas y sus libros rebajados
de precio hasta besar,
en compañía de todos los diablos
de la carne y el mundo,
al Ángel del Portal que nos conduce
hacia barrios afines y contrarios,
el barrio de las putas y el del mágico
y sagrado de los templos donde Dios
está de vacaciones temporales.
Calles donde el vicio y la virtud se abrazan,
donde sangran sin daño los geranios
y charlan en su lengua inexistente
los loros de las Ramblas.
Abajo espera el mar
con brillos de oro aislando la columna
de quien un día pasó a la otra orilla
para traer especias y odios y almas
de fieles de otros dioses.
Nosotros descendemos y rezamos
la oración de la paz, y nos bendicen
sin religión el cielo y el asfalto.
LA CIUDAD EN AGOSTO
Los árboles callados,
los pájaros huidos
y un plomo derretido colgando de las casas
hasta cocer el alquitrán bajo los pies.
Ese es el tributo que hay que dar
si se quiere ver de nuevo a Barcelona,
la cuna de la última inocencia,
antes de ascender a los andamios
del sexo y del amor cuando eras novio.
La plaza de la fuente y los jardines
de Montjuic, la estatua rota
y las palomas cegadas por la luz
en la alta pérgola. El acanto
creciendo como un sexo enamorado
entre las sombras altas. Aquel beso
que te supo a tiempo mágico en los brotes
de las quietas columnas. ¿Dónde el libro
que enseña a ser feliz con un abrazo?
¿Dónde el novio que ardía entre las piernas
y soñaba con lechos como mares?
Bajo el hórrido infierno de este agosto,
un recuerdo fugaz del paraíso.
MI BARRIO
Este es mi barrio.
Os presento sus gentes y sus calles,
su lucha y su destino.
Testifico que el paro se asoma a sus balcones
con la misma fiereza que los tiestos vacíos,
con la misma desesperación
que las sábanas viejas se corrompen
en las casas sin niños.
Testifico que el hambre se arrodilla
en las escaleras del metro
con una mano abierta,
o se arrastra sucia como la lluvia
por las cuestas buscando los desagües.
Tras esos edificios desahuciados,
en cuyos balcones ya no asoman los geranios,
en cuyas paredes ya no cuelgan los retratos,
en cuyos solares crecen futuras autopistas,
veo afilarse las navajas,
los dientes de la pobre libertad,
veo brotar un odio inmensurable,
veo abrirse el abismo
entre el lujo y el hambre.
Este es mi barrio.
Os presento su asombro y su aventura,
el duelo a vida o muerte a pleno día,
entre adultos dejándose la piel en la herramienta
y mujeres milagrosas recorriendo el mercado
para multiplicar los panes y los pece;
entre estudiantes gritando con pancartas y libros
y mayores callando
bajo el peso del miedo y la pensión de arena,
entre niños asomados a escaparates mágicos
y ancianos apoyados en bastones sin fuerza.
Os presento a mi barrio,
un jirón de luz
en la rota penumbra de este siglo
y una atroz esperanza como un niño
que mira pese a todo
y aprende todavía.
MONTJUIC
La fuente, muda, bajo el sol no es nada,
sólo un andamio de hierro y de cemento
impersonal y gris aguardando la noche
para estallar en agua iluminada,
brincos de espuma que la luna espera.
Baile y canto del agua
detenidos ahora bajo el sol
mientras paso y contemplo sus andamios callados.
El monte del Palacio espera el ojo
que despierte la historia en él dormida,
el cuadro y la escultura que allí sueñan.
Pero antes despiertan los rincones
que un día fueron míos,
ellos solos al paso de mis pasos
por la escalera verde,
entre los viejos rostros de piedra y de recuerdo,
los estanques de ayer,
estanques familiares
que crecieron conmigo en otro tiempo…
Ya no sigo subiendo,
el alma baja sola hasta los sótanos
donde espera la fiel melancolía.
Sólo podrá calmarla el “Portonovo”,
con vino de la tierra y un buen plato
de lacón con grelos.
Y el presente regresa sin heraldos
a cogerme la mano y conducirme
hacia el sopor tranquilo de la tarde.
TORMENTA DE VERANO
La luz a media tarde
sufrió un dolor de sombra en el costado
y se encogió la Rambla haciéndose indefensa
entre quioscos mudos de noticias
y macetas de fragancias huérfanas.
En las marquesinas de los hoteles
llamaron con urgencia algunas lágrimas del cielo
y se volvió de acero el techo de la tarde
y se estropeó la fiesta.
Dos gladiolos de luz a la altura del mar
se abrieron de repente
y sonaron las voces de los dioses siniestras.
Los mortales corrimos buscando protección
cuando ya las cortinas del granizo
nos robaban el tesoro de la anterior ventura.
Sabíamos que la tormenta
estaba para herirnos,
para hacernos pensar que la alegría
está sujeta siempre al libre azar.
Y veíamos caer el cielo entero
a nuestros pies perdidos de repente,
sin tarde, sin paseo, sin merienda.
Pero como todas las tormentas de verano
pasó enseguida aquélla
y devino sosiego, calma augusta,
y el corazón sosegó sus inquietudes,
y el alma de la Rambla se serenó de pronto
con la música maga de la maga existencia.
Y otra vez los mortales, tan ingenuos y humildes,
nos echamos al vicio de vivir al segundo
mientras nos quede por decir un "mientras..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario