sábado, 15 de mayo de 2021

ELOGIO Y NOSTALGIA DE BARCELONA (I)

 

A un siglo de distancia y emociones, traigo hoy a mi blog una Barcelona que ya no existe sino en mi notalgia y mi devoción por la ciudad de Gaudí, Picasso y compañía (la compañía se refiere a los familiares, amigos y conocidos que en algún momento disfrutaron lo mismo que yo de esa misma Barcelona).  

 


PASEO POR BARCELONA 

Cosmética de azul cielo y asfalto,

la Gran Plaza da asilo

a sus babelias vivas,

sus ranas y sus libros rebajados

de precio hasta besar,

en compañía de todos los diablos

de la carne y el mundo,

al Ángel del Portal que nos conduce

hacia barrios afines y contrarios,

el barrio de las putas y el del mágico

y sagrado de los templos donde Dios

está de vacaciones temporales.

Calles donde el vicio y la virtud se abrazan,

donde sangran sin daño los geranios

y charlan en su lengua inexistente

los loros de las Ramblas.

Abajo espera el mar

con brillos de oro aislando la columna

de quien un día pasó a la otra orilla

para traer especias y odios y almas

de fieles de otros dioses.

Nosotros descendemos y rezamos

la oración de la paz, y nos bendicen

sin religión el cielo y el asfalto.

 


 

LA CIUDAD EN AGOSTO 

Los árboles callados,

los pájaros huidos

y un plomo derretido colgando de las casas

hasta cocer el alquitrán bajo los pies.

Ese es el tributo que hay que dar

si se quiere ver de nuevo a Barcelona,

la cuna de la última inocencia,

antes de ascender a los andamios

del sexo y del amor cuando eras novio.

La plaza de la fuente y los jardines

de Montjuic, la estatua rota

y las palomas cegadas por la luz

en la alta pérgola. El acanto

creciendo como un sexo enamorado

entre las sombras altas. Aquel beso

que te supo a tiempo mágico en los brotes

de las quietas columnas. ¿Dónde el libro

que enseña a ser feliz con un abrazo?

¿Dónde el novio que ardía entre las piernas

y soñaba con lechos como mares?

Bajo el hórrido infierno de este agosto,

un recuerdo fugaz del paraíso.

 


 

MI BARRIO

Este es mi barrio.

Os presento sus gentes y sus calles,

su lucha y su destino.

Testifico que el paro se asoma a sus balcones

con la misma fiereza que los tiestos vacíos,

con la misma desesperación

que las sábanas viejas se corrompen

en las casas sin niños.

Testifico que el hambre se arrodilla

en las escaleras del metro

con una mano abierta,

o se arrastra sucia como la lluvia

por las cuestas buscando los desagües.

Tras esos edificios desahuciados,

en cuyos balcones ya no asoman los geranios,

en cuyas paredes ya no cuelgan los retratos,

en cuyos solares crecen futuras autopistas,

veo afilarse las navajas,

los dientes de la pobre libertad,

veo brotar un odio inmensurable,

veo abrirse el abismo

entre el lujo y el hambre. 

Este es mi barrio.

Os presento su asombro y su aventura,

el duelo a vida o muerte a pleno día,

entre adultos dejándose la piel en la herramienta

y mujeres milagrosas recorriendo el mercado

para multiplicar los panes y los pece;

entre estudiantes gritando con pancartas y libros

y mayores callando

bajo el peso del miedo y la pensión de arena,

entre niños asomados a escaparates mágicos

y ancianos apoyados en bastones sin fuerza.

Os presento a mi barrio,

un jirón de luz

en la rota penumbra de este siglo

y una atroz esperanza como un niño

que mira pese a todo

y aprende todavía.

 

 


MONTJUIC 

La fuente, muda, bajo el sol no es nada,

sólo un andamio de hierro y de cemento

impersonal y gris aguardando la noche

para estallar en agua iluminada,

brincos de espuma que la luna espera.

Baile y canto del agua

detenidos ahora bajo el sol

mientras paso y contemplo sus andamios callados.

El monte del Palacio espera el ojo

que despierte la historia en él dormida,

el cuadro y la escultura que allí sueñan.

Pero antes despiertan los rincones

que un día fueron míos,

ellos solos al paso de mis pasos

por la escalera verde,

entre los viejos rostros de piedra y de recuerdo,

los estanques de ayer,

estanques familiares

que crecieron conmigo en otro tiempo… 

Ya no sigo subiendo,

el alma baja sola hasta los sótanos

donde espera la fiel melancolía.

Sólo podrá calmarla el “Portonovo”,

con vino de la tierra y un buen plato

de lacón con grelos. 

Y el presente regresa sin heraldos

a cogerme la mano y conducirme

hacia el sopor tranquilo de la tarde.

 


 

TORMENTA DE VERANO

La luz a media tarde

sufrió un dolor de sombra en el costado

y se encogió la Rambla haciéndose indefensa

entre quioscos mudos de noticias

y macetas de fragancias huérfanas.

En las marquesinas de los hoteles

llamaron con urgencia algunas lágrimas del cielo

y se volvió de acero el techo de la tarde

y se estropeó la fiesta. 

Dos gladiolos de luz a la altura del mar

se abrieron de repente

y sonaron las voces de los dioses siniestras.

Los mortales corrimos buscando protección

cuando ya las cortinas del granizo

nos robaban el tesoro de la anterior ventura.

Sabíamos que la tormenta

estaba para herirnos,

para hacernos pensar que la alegría

está sujeta siempre al libre azar.

Y veíamos caer el cielo entero

a nuestros pies perdidos de repente,

sin tarde, sin paseo, sin merienda.

Pero como todas las tormentas de verano

pasó enseguida aquélla

y devino sosiego, calma augusta,

y el corazón sosegó sus inquietudes,

y el alma de la Rambla se serenó de pronto

con la música maga de la maga existencia. 

Y otra vez los mortales, tan ingenuos y humildes,

nos echamos al vicio de vivir al segundo

mientras nos quede por decir un "mientras..."

 

 

 

 

 

 

 

 

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