Mientras el año 2023 corre raudo hacia su fin, como queriendo olvidar algunos puntos de la vida social y política, que se ha visto obligado a cargar a sus espaldas en contra de su voluntad y en alguna ocasión hasta avergonzado, he sido tentado a escribir unas cuantas coplas destinadas a tratar algunos de esos puntos.
Cantemos con alegría
los villancicos de ayer,
mientras podamos, ahora.
¡Que lloraremos después!
No debería existir
la soledad en diciembre
y menos en Navidad,
cuando todos se divierten.
Es diciembre y hace frío
y las lluvias volverán;
tengamos fe y esperanza
y el Niño Dios proveerá.
La Navidad en familia
no tiene comparación:
en la mesa con nosotros
disfruta hasta el mismo Dios.
Adiós, año veintitrés
de este siglo veintiuno,
donde pocos viven cuerdos
y a nadie tienta el futuro.
Los diputados olvidan
que la Navidad es santa,
y así cambian mazapanes
por insultos y amenazas.
La lotería se viene,
la lotería se va;
y los pobres siguen pobres
y de ahí no medrarán.
Mientras medio mundo brinda
en felices sobremesas,
el otro medio se mata
en sanguinarias trincheras.
Dejemos los metaversos
y volvamos a las rimas
que nos hacen más humanos
y dan sentido a la vida.
El 22 de diciembre
por fin pasará a la historia:
en vez de darnos el Gordo
nos dará la PERRA GORDA.
Las uvas del treinta y uno
contienen doble destino:
despiden un año muerto
y reciben a uno vivo.
Por si no vivimos muchas
Navidades como ésta,
disfrutemos la presente
por si fuese la postrera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario