miércoles, 10 de enero de 2024

TEATRO NEGRO (II) LA ENFERMEDAD DE NANI

 


LA ENFERMEDAD DE NANI

(Adaptación de Caballos fantasmas, de Isak Dinesen)


Una mansión antigua.

Una familia con una niña enferma, Nani.


Primer cuadro

Antesala del dormitorio de Nani.

Doctor, que cuida a Nani, y Tula, madre de Nani.

DOCTOR (A Tula). Señora, su hija está curada y tiene que levantarse y andar por la mansión y salir a pasear, al principio acompañada y más tarde sola.

TULA Si siempre mantiene los ojos cerrados y no quiere hablar con nadie ni comer y cuando alguna criada intenta obligarla a levantarse grita diciendo que le duelen mucho las piernas. No sé qué hacer, doctor.

DOCTOR Mi querida señora, nos hallamos ante un caso inexplicable. Estamos a las puertas de una decisión entre la vida y la muerte y la persona que debe tomar esa decisión sólo tiene ocho años. Tenga en cuenta que Nani es una niña que posee una voluntad de hierro.

TULA ¿Qué quiere decirme, doctor?

DOCTOR El mundo de los niños suele girar en torno a un personaje por el que se siente atraído. Es lógico que en este caso la admiración esté inspirada por una madre joven como usted. Durante mucho tiempo Nani la ha tenido a usted dedicada en cuerpo y alma a ella y no está dispuesta a que termine esta feliz situación; de modo que persiste en continuar enferma para causarle angustia y posiblemente se empeñe en morir para que usted la eche de menos.

TULA (Entre sollozos) ¿Así que es necesario que yo me convierta en una maldición para los seres que más quiero?

DOCTOR (Intentando calmarla) Tampoco creo que sea eso. Lo único que le pido es que durante un tiempo se aleje de su hija. Nani tiene que comprender que usted no regresará a casa hasta que ella esté perfectamente sana, y entonces permanecerá usted siempre junto a ella. Pedro, su marido, me ha hablado de una carrera automovilística que tendrá lugar en Francia dentro de dos semanas. Mi consejo es que parta mañana mismo en su compañía. (Tula cambia de gesto) Vaya tranquila. Usted dejará a Nani en buenas manos. Las dos criadas son de absoluta confianza y Margarita, su niñera, efectúa diligentemente su trabajo. Los cuatro nos pondremos de acuerdo para hablar a Nani de usted todos los días e insistirle que cuanto antes se cure más pronto regresará usted. Verá qué pronto nuestra testaruda niña dejará de esforzarse por morir y hará todo lo posible por recuperarse.

TULA (Más tranquila) Mi hermano llega mañana de París. Le he mandado un telegrama.

DOCTOR ¿Su hermano el artista? ¿El que hace a Nani esos dibujos Tan interesantes? (Tula asiente) Justo es la persona que necesitamos. Él le describirá a la niña con todo detalle su viaje de usted y además podrá ilustrarlo.



Segundo Cuadro

Durante el viaje.

Única escena

En el café de un hotel.

Tula y Pedro, y César, hermano de Tula. Sentados a una mesa.

PEDRO (A César) Ha sido una alegría hablar contigo este rato antes de que tú partas para nuestra casa y nosotros para París.

CÉSAR Yo también me he alegrado mucho de veros. Os deseo lo mejor para vuestro viaje, y yo ya tengo ganas de ver a mi sobrina y hacer lo que pueda por ella.

TULA Te lo agradecemos mucho, hermano. (A Pedro) ¿Verdad, querido?

PEDRO (Levantándose) Por supuesto. Estamos que no sabemos qué hacer. Y tu hermana sufre cada día más. Voy a revisar el equipaje. Enseguida vuelvo. (Sale)

TULA Ahora que estamos solos, quiero pedirte algunos favores.

PEDRO Los que quieras, hermanita. Ya sabes que por ti hago milagros.

TULA Ojalá hicieras éste de ahora. Ya sabes que el mundo infantil suele centrarse en un ser de poderosa personalidad por quien se siente atraído. Por eso me voy a París para salvar la vida de Nani. Y tú, César, debes hablarle todos los días y a todas horas de mí. Dile que mamá volverá a casa cuando ella éste curada.

CÉSAR Cuenta con ello.

TULA Otro favor, hermanito. Mándame a la dirección de París que te he dado informes sobre el progreso de la enfermedad de la niña.

CÉSAR Hecho. Pero esa no es la única razón por la que me enviaste un telegrama.

TULA No, hermanito. Quería tu consejo.

CÉSAR (Extrañado) ¿Un consejo? ¿Sobre qué?

TULA Verás. Pedro y yo estamos, la familia, estamos pasando un mal momento económico. Y de repente se nos ha presentado una oportunidad de oro para salir de ésta. Mauricio Mendoza, ya sabes, un buen amigo de la familia, le ha ofrecido a Pedro aceptarle en la firma como socio.

CÉSAR Pero eso es maravilloso.

TULA Salvo que Mauricio es mi admirador, y a tu cuñado no le gustará si se entera. Yo amo a Pedro. Lo quiero desde hace siete años y lo conozco de memoria. En cambio, Mauricio es una persona muy misteriosa como puedes deducir de su reputación. Posee la cueva de Aladino, y lo relaciono con nuestro viejo cuento de hadas familiar porque resulta que Mauricio es un gran entendido en piedras preciosas. Ojalá la tatarabuela Ana no se hubiese llevado las joyas de la familia cuando huyó con el mozo de cuadra.

CÉSAR Sí, siempre hay algo misterioso en esas románticas historias de amor.

TULA La noche anterior a que Nani enfermara, Mauricio y yo cenamos juntos y me enseñó un enorme rubí que había comprado en Holanda. Nos dijo que cuando Pedro y él firmaran el trato me regalaría el rubí engarzado en un brazalete. Pero al caer enferma Nani no lo he vuelto a ver.

(Entra Pedro)

PEDRO ¿De qué hablabais?

TULA (Cambiando de tema) Le estaba contando a César que durante toda la enfermedad nuestra hija sólo ha hablado de caballos, nada más que de caballos: de carreras en el hipódromo, cuidados que necesitan. Y lo más raro es que Nani no ha visto nunca caballos. ¿Verdad, querido?

PEDRO Verdad, querida. Cuando la niña empezó su obsesión le compré un caballo mecánico de juguete. Pero no le gustó.



Tercer Cuadro

La mansión antigua.

Dormitorio de Nani. Todo está lleno de juguetes y junto a la cama descansa un caballo mecánico.

Primera escena

César y Nani

CÉSAR (Junto a la cama de la niña, que está incorporada sobre su almohadón y le mira en silencio) He visto a tu madre y me ha dado muchos recuerdos para ti. Me ha dicho que volverá a casa cuando te cures del todo. ¿Quieres que te ayude a levantar para sentarte a lomos de este caballo mecánico que parece estar invitándote a hacerlo? ¿No? ¿A qué quieres que juguemos cuando te levantes?

NANI No podemos jugar. Tú y yo no podemos.

CÉSAR Si tú y yo no podemos, ¿quién puede jugar entonces?

NANI Bene.


Segunda escena

Los mismos. El doctor y una criada.

(Entra el doctor)

DOCTOR (A César) Buenos días, artista. Por fin le vemos. ¿Cuánto tiempo ha pasado? A mí me parece una eternidad.

CÉSAR No tanto. Sin ir más lejos, el verano pasado estuve aquí.

DOCTOR ¿Cómo va la obra?

CÉSAR Algo se va haciendo. Ahora he venido a hacer otro tipo de obra. (Miró a Nani)

DOCTOR. Espero que ésta salga tan bien o mejor que las otras. (Se puso a examinar a Nani. Luego se dirigió a la criada) ¿Se ha levantado esta criatura?

CRIADA He hecho todo lo posible pero ha sido inútil. Dice que no puede y que le duelen mucho las piernas.

DOCTOR (Molesto) Esto empieza a ponerse serio. En mi próxima visita, que será dentro de tres días, quiero encontrar a la niña de pie. ¿Me ha entendido?

CRIADA Lo intentaré, doctor.

DOCTOR No lo intente, consígalo. No lo olvide. (A César) Bienvenido. Volveremos a hablar pronto. (A la criada) ¿Me sigue un momento afuera? Quiero darle unas cuantas recomendaciones.

(Salen el doctor y la criada)

CÉSAR (A Nani, que ha permanecido con los ojos cerrados todo el rato) Te levantarías si pudieras jugar con Bene, ¿verdad?

NANI (Abriendo los ojos para mirar a César) Sí.

CÉSAR ¿Y por qué no puedes hacerlo ahora mismo?

NANI (Molesta) Tú lo sabes muy bien.

CÉSAR He estado todo este tiempo fuera, cariño, Parece que aquí han ocurrido muchas cosas en mi ausencia y nadie me ha puesto al corriente. ¿No te importa decírmelo?

NANI (Afligida) Porque Bene está muerto.



Cuarto cuadro

Habitación de Margarita, la niñera de Nani.

Única escena

Margarita y César, ambos de pie. La joven junto a la ventana y el artista apoyado en el armario.

MARGARITA (Tímida) Estoy encantada de hablar con usted de Nani, pobre niña. ¿Qué quiere saber?

CÉSAR Yo también estoy encantado de hablar con usted. Me recuerda una figura de Vermeer y me gustaría retratarla en un cuadro, si a usted no le importa. Pero ahora vengo a hablar de la enfermedad de mi sobrina.

MARGARITA Me preocupa mucho lo que tiene la niña y lamento ver lo que sufre la señora con su pequeña. Me gustaría ayudarla, pero no sé cómo hacerlo. Nadie sabe qué hacer para curar esa extraña enfermedad que padece.

CÉSAR Extraña es, en verdad. Por cierto, ¿quién es Bene? La niña ha mencionado hoy su nombre, y estoy convencido de que usted puede decirme cosas de él.

MARGARITA (Palideciendo) ¡Bene! No me atrevo, señor.

CÉSAR Pues tiene que atreverse, Margarita. Yo he venido aquí para ayudar a sanar a Nani, y no podré hacerlo si usted no me lo dice.

MARGARITA Tenía esperanza de que nadie se enterara.

CÉSAR ¿Y por qué razón no debería enterarse nadie?

MARGARITA Porque Bene está muerto.

CÉSAR Eso ya lo sé. Y créame que lo siento mucho. Pero debo saber alguna cosa más de Bene. Y si usted fuera tan amable de contármelo, le prometo firmemente no decírselo a nadie.

MARGARITA (Exhalando un largo suspiro) Se lo contaré. Así me aliviará un poco la inmensa pena que aún me acompaña. Bene era el nieto del viejo cochero que tenía su vivienda sobre las caballerizas de la casa. El cochero tuvo un hijo que trabajaba en una importante cuadra de caballos de carrera, estaba casado y tenía siete hijos; cuando su esposa murió y se volvió a casar, su nueva mujer no quiso ocuparse de Bene, que era el más pequeño; con lo que el viejo cochero se encargó de cuidarlo y educarlo. Así fue como Nani y Bene se conocieron y fueron muy amigos; siempre andaban y jugaban juntos y cuando tenían ocasión se iban al local donde se guardaban los arneses.

CÉSAR Pero en eso no hay nada malo.

MARGARITA Sí lo hubo, señor, porque Bene contagió el sarampión a Nani. Y cuando la niña empezaba a superar la enfermedad, Bene murió. Y fue entonces cuando Nani sufrió la recaída.

CÉSAR ¿Cómo se enteró la niña?

MARGARITA (Sollozando) Se lo dije yo. Siempre lo lamentaré. El caso es que cuando murió el niño que era de la misma edad que Nani, no sé si se lo he dicho, estuve consolando al viejo cochero y llorando con él gran parte del día. Y cuando entré en el dormitorio de mi pobre niña y me vio con los ojos rojos de las lágrimas y me preguntó por qué había llorado, no tuve otro remedio que decírselo. Se puso tan mala que tuvimos que llamar al doctor a medianoche. Nani deliraba.

CÉSAR Mi hermana me contó que no paraba de hablar de caballos.

MARGARITA Sí, hablaba de caballos. En la habitación de los arneses había muchos retratos de caballos y Bene le enseñó a Nani los nombres de todos ellos. Y la niña había noches en que cuando entraba en su dormitorio a arroparla o comprobar cómo se encontraba, me pedía que le acercara el oído y entre susurros me decía que Bene y ella tenían hermosos y ricos caballos para jugar.

CÉSAR Gracias por todo lo que acabas de contarme, Margarita. Creo que ya estoy en condiciones de hablar con Nani de su amiguito Bene.

MARGARITA ¿Le parece correcto, señor?

CÉSAR Más que correcto. El doctor le dijo a mi hermana que para los niños siempre existe una persona que los hechiza y capta su atención más que los demás. El doctor cree que para Nani esa persona es su madre, pero ahora sé que en realidad esa persona no es otra que Bene.



Quinto cuadro

Dormitorio de Nani

Única escena.

Nani y César

NANI (Al ver entrar a su tío se incorporó en la cama sobre los almohadones) Hola, tío. Creí que hoy ya no ibas a venir a verme,

CÉSAR ¿Cómo se te ocurre decirme eso? ¿Quieres hablar?

NANI ¿Hablar? ¿De qué?

CÉSAR Por ejemplo, de ese caballo mecánico inmóvil que hay junto a tu cama. ¿No te desharías de él?

NANI (Mirando con desprecio al juguete) Más de una vez lo he pensado, no creas.

CÉSAR Las cosas que copian a otras son un verdadero aburrimiento. ¿No te parece, Nani?

NANI Sí.

CÉSAR Las únicas cosas verdaderamente reales son las que uno se inventa y no se parecen a las demás. Por ejemplo yo invento muchas cosas verdaderamente reales: flores, pájaros, una mujer que se arroja al río porque es desgraciada…Poseen aroma, cantan, se arrojan al río con naturalidad, como si tal cosa.

NANI ¿Con qué los haces?

CÉSAR Normalmente, encuentro siempre algo con que hacerlos. ¿No te pasa a ti eso?

NANI (Sonriendo suavemente) Sí.

CÉSAR Volviendo a los caballos, a los caballos verdaderamente reales. Supongo que Bene podía obligarles a hacer cualquier cosa.

NANI (Asintiendo con la cabeza) Bene me explicaba todo lo que los caballos hacían.

CÉSAR (Afirmando) Bueno, Nani. Me tengo que ir a dar un paseo en el coche que me dejó tu mamá. Es un fastidio porque un coche resulta muy lento cuando piensas en los caballos de Bene.

NANI (Mudando el rostro ligeramente) ¿Volverás, tío César?

CÉSAR Claro. Hasta pronto.



Sexto cuadro

Dormitorio de Nani

Única escena

Nani, recostada sobre los almohadones, y César sentado en una silla junto a la cama, en el mismo sitio donde estaba el caballo mecánico de juguete.

NANI (Después de recorrer con el dedo los dibujos floreados de su colcha) Tío César, ¿dónde guardas las flores, los pájaros y la dama?

CÉSAR Los pongo contra la pared de mi estudio; así nadie puede verlos. Pero siguen allí todo el tiempo, por supuesto.

NANI (Tras pensar unos segundos) Nuestros caballos están en su caballerizas, en las cuadras.

CÉSAR Lógico, como todos los caballos de raza.

NANI ¿Quieres que te enseñe mis caballos, tío César?

CÉSAR No sabes cuánto me gustaría verlos. No he dejado de pensar en ellos ni un momento. No me parece bien que estén sin agua y sin nadie que los atienda, ahora que Bene no está, ahora que tus piernas están demasiado débiles para sostenerte.

NANI No lo están (Se puso de pie sobre la cama). ¿Lo ves?

CÉSAR (Inmutable) Hay que tener las piernas muy fuertes para trabajar en un establo. Será mejor hacerlo mañana. ¿No crees?

NANI (Negando con la cabeza) No, quiero ir hoy. Después de comer. (Volvió a su postura anterior en la cama y bajó el volumen de voz) Que no se enteren las criadas.

CÉSAR No te preocupes. No se enterarán.

NANI Margarita puede vestirme.

CÉSAR Margarita puede vestirte. Yo les diré a las criadas que me has invitado a dar un paseo en coche.

NANI Es necesario, tío César, que nunca, nunca, digas a nadie lo que estamos hablando hoy.

CÉSAR Si alguna vez menciono los caballos o las cuadras a cualquier alma viviente, que nunca más vuelva a pintar un buen cuadro en toda mi vida.



Séptimo cuadro

Habitación de los arneses.

Única escena

Nani y César

CÉSAR Ha sido una aventura llegar hasta aquí, Nani.

NANI Sí, tío. Como cuando Bene y yo veníamos. Aquí hemos pasado momentos maravillosos.

CÉSAR Me ha gustado cómo has hablado al viejo cochero cuando nos ha visto subir las escaleras.

NANI Se ha asustado un poco al verme, pero se ha quedado tranquilo cuando me ha visto caminar y sonreír. Además le he dicho que estoy bien y que pronto voy a estar mejor.

CÉSAR Y cuando se ha puesto a llorar recordando a su nieto, me ha gustado lo que le has dicho. Eres un sol, Nani. Estoy orgulloso de tener una sobrina como tú. Guapa, educada e inteligente.

NANI Le he dicho lo que tenía que decirle, tío César. Que su nieto era mi mejor amigo y siempre lo recordaré. Es la verdad.

CÉSAR Y lo de la llave ha sido genial, Nani.

NANI Eso ha sido lo más fácil. Bene me enseñó el lugar donde la escondía su abuelo. Lo había visto en una película de policías y ladrones.

CÉSAR Es verdad, parece de película. Una revista debajo de la puerta y un lápiz para empujar la llave que está puesta al otro lado. Ahora entiendo por qué insistías tanto antes en hacerte con un lápiz y una revista. (Pausa) Bueno ahora ya estamos aquí dentro. (Miró a su alrededor) Es amplia la sala y bastante luminosa aunque tiene mucho polvo.

NANI Pero está todo igual que cuando estaba Bene. Mira, tío César. (Le señaló la pared de la izquierda) Ahí están colgados los arneses y las monturas. Y en esa otra pared (le señaló la de la derecha), están los retratos de los caballos, galopando, saltando vallas, tirando de carruajes...

CÉSAR En resumen, el mundo de vuestros juegos.

NANI Sí, pero sobre todo, éste es el reino de Bene. Te recuerdo que Bene era hijo de domador de caballos y nieto de un cochero.

CÉSAR (En voz baja) En una palabra, el heredero legítimo de este viejo y perdido mundo de los caballos en Inglaterra.

NANI ¿Qué dices, tío César?

CÉSAR. Nada, pequeña. Que aquí tu amigo Bene se debía encontrar como el niño más feliz del mundo y dueño de este tesoro.

NANI Pues claro. Súbeme en hombros, que te voy a enseñar este tesoro (César obedece. Nani lo conduce hasta los cuatro primeros retratos de caballos y le va explicando cada uno) Éste es Ranger, que ganó en Longchamps. Éste es Boiard, que ganó en Ascot. Éste es el caballo favorito de la Reina y éste el favorito del príncipe Alberto. Éste es Roberto el Diablo, que ganó en Saint-Leger. ¿No te parece que tiene aspecto de diablo? Éste es Gladiator, que ganó el derby. Todo está escrito debajo de cada uno, ¿lo ves?

CÉSAR Sí, es genial. ¿Qué vamos a ver ahora?

NANI La coronación de la Reina el 28 de junio de 1838. Llévame hasta el cuadro de enfrente (César obedeció.) ¿Lo ves?

CÉSAR (Lo contempló unos segundos y leyó la explicación inferior) Es magnífico.

NANI Ya. Ahora bájame. (César volvió a obedecer) Jugaremos al desfile de la coronación. (Echó a andar hacia un sillón enorme que había en el rincón más cercano y se subió a él como si fuera un trono aunque se la veía muy pequeña sentada en él)

CÉSAR (Con gesto de asombro) Muy bien, Nani. Como una reina acomodada en su trono.

NANI Yo seré Dios que contempla todo desde las alturas. Bene decía que Dios contemplaba desde arriba todos los caballos. Y ahora (con gesto muy digno) abre las puertas del establo y... ¡que salgan los caballos!

CÉSAR Sí, querida. (Cogió un retrato de caballo y lo colocó en el suelo contra la pared).

NANI No; Osmond, no, tío César. El que está dos más a su derecha.

CÉSAR (Desplazándose hacia el que había dicho Nani para leer su nombre) ¿Zeodone?

NANI Sí, Zeodone, que ganó el Grand National. Nunca habrías podido encontrar el establo tú solo, ¿verdad, tío César? Bene lo encontró sin ayuda. Tuvo que encaramarse sobre la silla de amazona para alcanzarlo.

CÉSAR (Pasmado, retiró de la pared el retrato del caballo mencionado y apareció ante él un hueco rectangular a través del cual sólo había oscuridad) ¿Están aquí?

NANI (Con tono triunfal) Sí, ahí están. Ve sacando de una en una las cosas que hay ahí y déjalas en el suelo.

CÉSAR (Obedeció y sacó varias cajas de diferentes tamaños, de cuero y terciopelo, algo agrietas por el tiempo y con cerraduras doradas aunque algunas bastante oxidadas, y las fue dejando en el suelo) ¿Ahora que hago? (El asombro estaba dibujado en su rostro).

NANI Ahora, ve abriendo de una en una.

CÉSAR (Abrió la primera caja. Sorpresa en sus ojos) ¡Pero qué tenemos aquí, Nani! Estas joyas son una maravilla. Resplandecen como cien sonrisas deslumbrantes.

NANI ¿Habías visto alguna vez, tío César, caballos tan magníficos? Entre Bene y yo los lavamos con una pequeña esponja y un jabón de su abuelo. Puestos en fila llegan de una pared a otra. Abre otra.

(César abrió todas las cajas y su admiración fue en aumento. Allí había diamantes, rubíes, zafiros, broches de todas formas y tamaños, brazaletes, pendientes, hebillas, collares, perlas de todo tipo, tiaras, piedras talladas...)

CÉSAR (Sin borrar la sorpresa de su rostro) ¿Y ahora qué hago, princesa?

NANI Ahora tienes que hacer comenzar el desfile, dejando para el final el carruaje de la Reina. Lo primero, mister Lee, el alguacil de Westminster, que es ese sello tallado en ágata con el escudo de la familia, que puede sostenerse de pie.

CÉSAR (De rodillas, obedece) Sí, es verdad. Detrás irá el Regimiento Real de Caballería, claro, ¿No es así?

NANI Sí, tío César. Los rubíes más pequeños, colócalos en tres hileras.

(Y así, siguiendo las órdenes de Nani, César fue disponiendo las joyas de las cajas imitando todos y cada uno de los elementos del cortejo, los carruajes de la familia real, el último de los cuales era el de la Reina Madre, una gran perla engarzada como pendiente. La Brigada de Palacio, broches; los cuarenta y ocho remeros de la Reina, perlas del collar más pequeño; el Escuadrón Superior del Regimiento Real de Caballería, los rubíes más grandes del collar; los Cazadores Reales, las esmeraldas del collar; los Alabarderos de la Guardia, diamantes.)

NANI Así, muy bien, tío César. Y para cerrar el desfile, lo más importante, el carruaje de la Reina, la gran tiara (César obedece); coloca delante los aretes más pequeños y detrás, junto al carruaje, los más largos y pesados. Bien. Y ahora pon a la Reina en su coche. Ya sabes cuál es.

CÉSAR (Asintiendo con la cabeza) El diamante más grande. No podía ser otro. (Lo coloca con cuidado en medio del semicírculo de la tiara).

NANI (Orgullosa) Eso es, En realidad, soy yo, tío César. Bene decía que era yo. Levántate para ver el desfile y di qué te parece.

CÉSAR (Se puso de pie y sin limpiarse los pantalones contempló el cortejo) Parece la cueva de Aladino.

NANI (Contrariada) No deberías decir que se parece a la cueva de Aladino, tío César, porque es exactamente la coronación.

CÉSAR Eso es lo que quise decír, Nani. Es una verdadera coronación. Una coronación lujosa y fascinante. De ahí que algunas personas pudieran decir que, de alguna manera, se parece a la cueva de Aladino.

NANI (Tras pensar unos segundos) Es cierto, sí. Cuando hayamos acabado, lo guardarás todo y volverás a poner a Zeodone en la puerta del establo. Entonces nadie podrá encontrarlos, ¿verdad, tío César?

CÉSAR Sí, Nani. Y será igual que si Bene siguiera aquí, ¿no crees?

NANI (Negando con la cabeza) No, no será exactamente igual. Pero pronto estaré completamente curada. Y entonces Bene volverá y él y yo estaremos de nuevo juntos para siempre.




EPÍLOGO


(Al cabo de un tiempo volvieron a casa los padres de Nani, y César, antes de irse y ver que Nani parecía ser una personita cada vez más normal y obediente, quiso mantener una conversación con su hermana Tula)

La mansión.

Habitación de Tula.

Única escena

Tula y César

TULA ¿De verdad, hermanito, que mañana te vas?

CÉSAR Claro, Tula. Aquí ya he terminado mi función. He cuidado de mi sobrina y he terminado tres cuadros; dos de ella y uno de Margarita. La niña la veo prácticamente curada y…

TULA Sí, lo sé; aun así, me gustaría que te quedaras unos días más, a ver qué ocurre del trato con Mauricio.

CÉSAR. Ya no necesitáis hacer ningún trato con Mauricio para salir de la situación económica en que os encontráis.

TULA (Sorprendida) ¿Por qué lo dices, César?

CÉSAR Porque ya sois ricos.

TULA ¿Ricos? ¿Qué estás diciendo? Si somos más pobres que una rata.

CÉSAR ¿Entonces no sabéis lo de la sala de los arneses?

TULA (Abriendo los ojos como platos) ¿Qué hay en la sala de los arneses? Como no sea polvo y trastos viejos. Estás de lo más intrigante, hermanito.

CÉSAR ¿No ocurrió ahí lo de los amores…

TULA (Con tono cortante) No sigas. Sólo Dios sabe lo que ahí ocurrió. Y eso fue hace doscientos años. (Pausa) Creo que ya te conté alguna cosa cuando eras todavía un niño.

CÉSAR Sé muchas cosas. Me las contó Margarita, la niñera de Nani.

TULA (Molesta) ¿Qué te contó?

CÉSAR Que la tatarabuela y el mozo de cuadra se enamoraron, pusieron los cuernos al tatarabuelo…

TULA (Asintiendo con la cabeza) Esa es la historia de amor que pesa sobre la familia…

CÉSAR Deduzco que los amantes, después de preparar cuidadosamente la fuga…

TULA También pudo ocurrir que el tatarabuelo los sorprendiera antes de escapar y...

CÉSAR … Y lo más probable es que si buscamos en la sala encontraríamos los esqueletos de los amantes. De momento ya sé que hay todo un tesoro de joyas escondidas en la sala de los arneses.

TULA (Nuevo gesto de sorpresa) ¿Joyas? ¿Cómo lo sabes?

CÉSAR Las vi hace días jugando con Nani. Por eso te he dicho antes que erais ricos y ya no tenéis que arrimaros a ese… Mauricio. Bueno, tú sí, si es que quieres repetir la aventura de la tatarabuela. Aunque ya te digo que ese diamante que quiere regalarte lo vi el otro día entre rubíes, esmeraldas y docenas de joyas más en la sala de los arneses. Si quieres, antes de irme, puedo mostrarte dónde se esconden. Aunque hay un pequeño problema para que podáis tomar posesión de ellas.

TULA ¿Qué pequeño problema?

CÉSAR Nani no va a querer que lo hagáis.

TULA ¿Por qué?

CÉSAR Porque está esperando a que vuelva su amiguito Bene para seguir jugando con ellas a la coronación de la Reina.

FIN




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