domingo, 17 de diciembre de 2023

FILMOTECA DELIBEANA (y IV)

 

Trataremos ahora de comentar brevemente el resto de películas basadas en novelas de Delibes, respetando el orden cronológico de su aparición.

La primera de ellas, La Guerra de Papá, 1977, adaptación de El príncipe destronado, fue dirigida por Antonio Mercero e interpretada en sus principales personajes por Lolo García (Quico), Teresa Gimpera (Mercedes, la madre del anterior), Héctor Alterio (Pablo, su padre), Verónica Forqué (Vítora, la joven que se cuida del niño), Rosario García Ortega (Domi, la criada), Queta Claver ( la tía Cuqui), etcétera. Completan la ficha técnica el guión, del mismo Mercero y Horacio Valcárcel; la fotografía de Albert Pascual y el montaje de Javier Morán.

La trama es como sigue: Después de haber pasado muchos años desde que España sufrió la cainita guerra civil, ganada entre otros por el autoritario don Pablo, la guerra sigue siendo para sus hijos “la guerra de papá”. El filme cuenta la historia de la vida cotidiana de una familia acomodada desde el punto de vista de Quico, un niño de cuatro años que acaba de ser “destronado” por su nueva hermanita. En efecto, a Quico, penúltimo hijo de una familia rica su hermana pequeña de ocho meses ha venido a desplazarle y ahora acapara toda la atención que sus padres le dispensaban antes. De ahí que para llamar su atención, inventa todo tipo de travesuras junto con su hermano Juan, de siete años, desquiciando a una madre frustrada por sus problemas matrimoniales.



La dirección de El disputado voto del señor Cayo, 1986, corrió a cargo de Antonio Gómez Rico; el guión, del mismo y Manuel Matji; la fotografía, de Alejandro Ulloa, y de la interpretación de sus principales papeles se encargaron Francisco Rabal (señor Cayo), Juan Luis Galiardo (Víctor Velasco), Iñaki Miramón (Rafael), Lydia Bosch (Laly), Eusebio Lázaro, Mari Paz Molinero... narra la historia de un pequeño pueblo en el que sólo viven dos únicos vecinos que se odian y no se hablan, mientras en la sede provincial del partido socialista se viven los últimos momentos de la campaña electoral de 1977. La acción de la historia transcurre alternadamente transcurre en dos momentos diferentes pero relacionados entre sí: el primero, perteneciente al pasado está filmado en color, y el segundo, correspondiente al presente. en blanco y negro. En el momento filmado en color, aparece Víctor, papel que encarna Juan Luis Galiardo, un viejo militante socialista que ha pasado buena parte del tardofranquismo encarcelado por sus actos de protesta en contra del régimen, y que ahora se presenta a las elecciones de 1977 como candidato a diputado por la provincia de Burgos, para lo cual hará campaña en unos cuantos pueblos, acompañado por dos militantes mucho más jóvenes, Laly y Rafael. Cuando los tres llegan a una aldea despoblada, se encuentran con el señor Cayo, alcalde de la misma, que los recibe y les notifica que en el pueblo sólo viven dos personas además de él; su esposa, una mujer muda, cuya interpretación corre a cargo de Mari Paz Molinero, y un hombre con el que al parecer no ha cambiado una palabra desde hace bastantes años. Los tres políticos pasan el día con el alcalde enterándose de las tradiciones del lugar y la manera de vivir que tienen el señor Cayo y su mujer. Al oírlo, Rafael no llega a comprender cómo puede vivir gente alejada de la política que tanto le interesa a él. Eso provoca una discusión general, que de repente es interrumpida por la aparición de una pandilla de jóvenes de ultraderecha, que los acosan y golpean con intención de amedrentarlos, y luego desaparecen por donde habían venido. Rafael se aparta y Víctor y Laly discuten sobre el desencanto que sienten sobre su rol como representantes políticos en un país cuyos modos de vida no paran de cambiar.

El segundo momento, en blanco y negro, se refiere a unos años después, en que Rafa y Lali se encuentran en el funeral de Víctor y allí hablan de volver a visitar al señor. Cayo, tal como se lo habían prometido la última vez que se vieron. Rafa, involucrado ahora plenamente en la maquinaria del partido, parece escéptico, pero al fin decide ir. Se encuentra con el señor Cayo, que ahora se encuentra completamente solo. Rafa intenta hablar con él, pero viendo que el anciano está muy enfermo, decide llamar a una ambulancia para que se lo lleven a un centro médico. La película termina con Rafa, visiblemente más mayor, caminando hacia su automóvil por las calles de la aldea completamente desierta. En un muro, Rafa pinta las siglas V.V, recordando a Víctor, sobre el lugar donde habían colgado sus carteles la pandilla ultraderechista.



El tesoro, película de 1990, dirigida por Antonio Mercero, guión escrito por el propio Mercero, José Luis Garci y Horacio Valcárcel, fotografía de Hans Burmann e interpretada en sus principales papeles por José Coronado, Ana Álvarez, Álvaro de Luna, Pepe Soriano, Saturnino García... cuenta la historia ocurrida en una pequeña localidad castellana, en la que un agricultor encuentra un importante tesoro celtibérico. Jerónimo Otero, un profesor de Arqueología, llega al pueblo acompañado por un grupo de estudiantes. Entre ellos está Marga, una hermosa chica que mantiene una relación sentimental con el profesor. La presencia del pequeño grupo de investigadores forasteros despierta un ambiente de hostilidad y violencia entre los lugareños

En su momento Mercero comentó a los medios que su Tesoro era casi una ópera prima porque, dijo, “es una película sencilla, hecha con modestia, sin demasiados medios y con actores noveles”, Aun así se presentó en Valladolid “dignamente, sin complejo alguno (…), Creo que puede tener sus posibilidades.” El trabajo de la factura del filme fue duro (hasta seis versiones hizo con Valcárcel en busca del beneplácito de Delibes). “El hecho real sucedió en Zamora, explica Mercero; yo trataba de situar la acción en un pueblo que diera la idea de primitivismo inherente a la historia (…), y en los alrededores de Riaza encontré Madriguera. El color rojo de sus tierras me pareció ideal para transmitir el espíritu de crispación que emana de la trama”



La película hispano-mexicana La sombra del ciprés es alargada (inicialmente llevó por título Los Cuatro Postes), también es de 1990; fue nominada al Mejor guión adaptado en los premios Goya, y dirigida por Luis Alcoriza; la fotografía corrió a cargo de Hans Burmann e interpretaron sus personajes principales Emilio Gutiérez Caba (don Mateo Lesmes), Fiorella Faltollano (Doña Gregoria, esposa de Don Mateo), Naëlle de Prados (Martina, hija de los dos anteriores), Ivan Fernández (Pedro de niño), Juan José Guerenabarrena (Pedro de mayor), Miguel Ángel García, (Alfredo)...

El filme arranca con la llegada del tren a la estación de Ávila en la segunda década del siglo XX. Pedro, un niño de nueve años, huérfano, acompañado por su tío y tutor, entra a vivir como pensionado en la austera casa de Don Mateo, maestro autodidacto que a partir de ese momento será el encargado de su educación. En la casa están también Doña Gregoria y Martina, esposa e hija del maestro, y también su perro Bony. Posteriormente aparecerá en la casa Alfredo, huérfano de padre, rebelde y aventurero, que adora el mar, y que será compañero de habitación y estudios de Pedro. Lamentablemente, Alfredo, enfermo de tuberculosis, acabará muriendo. La vida sencilla, las relaciones con sus compañeros y la especial relación entre la vida y la muerte inculcada por Don Mateo influyen definitivamente en la vida de Pedro. En una segunda parte y pasados los años, Pedro, que es capitán de barco mercante-- conocerá en Veracruz a una joven antropóloga, que es hija de un republicano español exiliado, la cual le hace replantearse toda su vida y sus ideales. Sin embargo, un fatal accidente de tráfico en el puerto hará que todo vuelva a ser como al principio.



Las Ratas,1997, es una película dirigida por Antonio Giménez Rico e interpretada en sus principales papeles por Álvaro Monje , José Caride, Juan Jesús Valverde (nominado en los Goya de ese año a Mejor actor de reparto) , Francisco Algora, Esperanza Alonso...

La trama es como sigue: En la Castilla rural de los años 50, miserable y olvidada, vive con su padre el Ratero en una cueva el Niní, un chaval muy despierto, conocedor de los secretos de la naturaleza pero poco instruido. A lo largo de las cuatro estaciones del año el espectador asiste a las correrías de ambos como cazadores de ratas de agua, cuya carne, muy apreciada por los paladares de los vecinos, venden a buen precio, y es el único medio de subsistencia que conocen. Los intentos del alcalde del pueblo de desalojarles de su cueva, con la excusa de velar por su seguridad (cuando en realidad sigue los dictados de una política basada en las apariencias) y la rivalidad de un cazador furtivo, que mata a las ratas por placer, alteran el sencillo discurrir de sus vidas, haciendo brotar irresistible la violencia por parte del Ratero.

Como puede observarse por lo apuntado hasta ahora, el director de la película, Antonio Giménez Rico, es un ferviente admirador de la narrativa de Miguel Delibes, como demuestran sus adaptaciones de Mi idolatrado hijo Sisí (que en el cine se llamó Retrato de familia), El disputado voto del señor Cayo y esta de Las ratas, con la que realizó un sobrio y sugerente retrato de la vida del campo, a la que comienzan a llegar los primeros avances del desarrollo.

Aunque la fotografía es obra de un especialista como Teo Escamilla y las imágenes no están exentas de suma belleza, se ha intentado evitar el preciosismo para mostrar con exactitud la austeridad del paisaje castellano. Y para ello se ha tomado la difícil decisión de suprimir la música en favor de una banda sonora compuesta por los naturales sonidos de la naturaleza, como el viento, la lluvia, los pasos sobre el follaje o los cantos de los grillos y cigarras. También hay que añadir que con la película, encuadrada en un pesimismo donde la tragedia se convierte en inevitable, Giménez Rico ofrece un cuadro creíble y humano de la vida cotidiana del pueblo, de las conversaciones entre los paisanos y sus tertulias en el bar, alcanzando a veces tono documental (por citar un ejemplo palmario, ahí está la secuencia de la matanza del cerdo). Y lo mismo ocurre con los pequeños y grandes dramas de los personajes (la helada que puede destruir la cosecha, las rogativas para tener lluvia, los remordimientos por las malas acciones del pasado...). Y todo eso es contemplado a través de la mirada del Niní, que con su generosidad a la hora de ofrecer su ayuda a todo el que la pide, demuestra que existe una sabiduría más grande que la que se adquiere en los libros.



Finalmente, Una pareja perfecta, 1998 (adaptación del Diario de un jubilado), es una película dirigida por Fracesc Betriu, el guión es obra de Rafael Azcona; la fotografía de Carlos Suárez y los papeles de los personajes principales del reparto son encarnados por Antonio Resines (Lorenzo), José Sazatornil (don Tadeo Piera), Chus Lampreave (doña Cuca), Ramón Barea (Melecio), Daniel Guzmán (Terry), Lucía Giménez (Sonia), y Kiti Mánver (Anita), que en el Festival de Málaga de 1998 logró el premio de mejor actriz.

Su trama se basa en una extraña relación profesional y amistosa entre dos hombres que surge un día en que un cuarentón en paro, Lorenzo, encuentra en el periódico un anuncio para trabajar como acompañante de un anciano poeta homosexual llamado Tadeo. De este modo ambos empiezan su particular relación profesional y personal y también una serie de aventuras y desventuras que vivirán juntos. Si les añadimos a esos lances los ingredientes de unas fotos comprometedoras, un funeral inesperado, un chapero encantador, un robo de joyas y un adolescente rubio, un premio Nobel falso, un amigo melancólico, una hija enmancipada, una pequeña parcela en lo aledaños..., entenderemos mejor que la vida de la singular pareja se altere también de modo un tanto curioso.

Comedia amarga, como puede deducirse, donde la “pareja perfecta”, formada por Antonio Resines y José Sazatornil, y Kiti Manver realizan las mejores interpretaciones del reparto. Sin embargo, todo hay que decirlo, la película no pudo hacerse con el favor de los críticos cinematográficos.



En otro orden de cosas, la hispanista estadounidense Janet Pérez, en su ensayo Perspectivas sobre el cine de Miguel Delibes, fiel reflejo de la cultura popular española de la segunda mitad del siglo XX, escribe que “entre los atributos que facilitan la adaptabilidad de textos de Delibes a medios representativos figura su evidente concepción visual, no sólo el énfasis sobre lo pictórico, sino el hecho de que muchos pasajes han sido concebidos de manera análoga a escenas teatrales”. También, “la construcción episódica, anecdótica de muchas obras (...) que se presentan casi construidas ya en secuencias o tomas cinematográficas.” Otra cualidad es “su oralismo, la fidelidad extrema del autor al lenguaje hablado (…), al habla rural castellana, prestando mucha atención a las variaciones del léxico que pueden existir entre pueblo y pueblo, debido al aislamiento secular en que se ha desarrollado su historia.”


Y para concluir este apartado, conviene destacar que la relación de Delibes con el cine no sólo se ha quedado ahí, en su incondicional cinefilia y en la adaptación cinamatográfica de algunas novelas suyas, sino que incluso llegó a conseguir un premio cinematográfico, la Espiga de Oro, en la Semana Internacional del Cine de Valladolid, en la edición de 1993.






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