Le doy la bienvenida al otoño como a un amigo más, como si el que llega fuera otro yo, que a pesar de todo quiere seguir cantando.
PONER EN POEMA LO ROBADO
Las grandes cosas mueren sin gemido,
sin vanos aspavientos ni pregones.
Y después que se mueren, las razones
no buscan un remedio. Sólo olvido
reclaman para ellas. Has tenido
esperanza enjoyada en oraciones,
soledad hasta abrirte los tendones,
y amor y todo eso. Y todo es ido.
Mas sigues dando vueltas, caminante,
sosteniendo la vida en un cayado
y la voz en la luz de una mirada.
Y es que sólo te queda el vivo instante
de poner en poema lo robado,
con mano de pasión, a la jornada.
NUEVAS MELANCOLÍAS
Y llegaron las lluvias, soledades
de bosques asombrados, alfombrados
de amarillos recuerdos, cien caminos
rodados por las ruedas de tu bici,
centauro de mañanas aún dormidas
en sábanas de niebla y humedad.
Y llegaron los vientos que arrebatan
las verdes esperanzas de los árboles
mientras miras los pálidos celajes
de la tarde que escapa silenciosa
más allá de las altas chimeneas,
poeta solitario que trabajas
en los versos de cada vez más breves,
más etéreos y plácidos poemas.
Nuevas melancolías, nada amargas,
brotan en la pantalla del portátil
como hormigas que buscan nuevos granos
que llevarse a sus hondas galerías,
y tú las sigues risueño hasta las sombras
hasta lograr la luz que más deslumbra.
GLADIADOR SIN TREGUA
Ya es otoño fuera, en el jardín,
y es otoño también en tu existencia.
Te acercas nuevamente a la ventana
y ves el llanto de las hojas muertas.
El cielo gris promete
más lluvia y más tristeza.
Y es cada vez más duro
lograr la vertical cada mañana
para seguir saliendo, gladiador sin tregua,
a la arena del día,
para seguir salvando sombras y trincheras.
Y todo
para soñar un día más,
tender la mano a un amigo y sentarse a su mesa.
Ya es otoño en la calle,
y el cielo gris te sigue prometiendo
más tristeza,
y las ramas
su llanto de hojas muertas.
Pero a ti,
gladiador sin tregua,
otoño en pie de lucha
y alma aventurera,
te basta recobrar cada mañana
tu vertical de hombría y herramienta
para olvidar la sombra del dolor,
la herida virginal de tu existencia.
MUCHAS LLUVIAS
Muchas lluvias, muchos años
han laborado tu vida,
y han remojado tu surco
para sembrar las semillas
de las buenas intenciones
y las palabras amigas.
¿Qué ves si miras atrás?
Niños que siguen tus líneas
con tinta que no se borra,
con letras que no se olvidan.
Redacciones y cuadernos,
Aulas de luz cristalina.
Muchas lluvias, muchos años
acrisolando tu viña.
¿Qué ves si miras atrás?
Un adiós de cosas vivas,
de personas que un día fueron
compañeras de fatigas
y hoy sólo son barcas quietas,
varadas en la otra orilla.
Mientras tanto dos ciudades,
fieles, constantes, queridas
estarán siempre asomándose
al gran río de tu vida:
la Semure del cimiento
y la Barcino adoptiva.
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