sábado, 21 de agosto de 2021

TRADICIONES Y LEYENDAS DE ZAMORA (II)

 


LA VIRGEN DEL TRÁNSITO

En las postrimerías del siglo XVI doña Ana Osorio y don Juan de Carvajal, zamoranos caritativos,  donaron su hacienda para la constitución de un convento de monjas Descalzas de la Regla de Santa Clara. 

El Obispo de Zamora, al recibir el encargo, consideró que las más adecuadas para esta obra serían las Descalzas de Gandía, y así se lo hizo saber a través de un emisario. 

En Gandía recibieron la noticia con júbilo y se pusieron en camino. Y después de salvar graves dificultades como una crecida del Duero, que les impidió durante unas cuantas jornadas entrar en Zamora, finalmente se establecieron en el nuevo convento. Allí, la comunidad, con su madre priora sor Ana al mando, seguían añorando la imagen de Nuestra Señora, en recuerdo a la habida en el convento de Gandía, por lo que todos los días rogaban a Dios que su deseo se hiciera realidad. 

 


 

Pasó un tiempo sin que lo anterior se cumpliera. Pero una mañana dos peregrinos que iban a Compostela pidieron cobijo en el convento. Las monjas se lo concedieron gustosamente. Y allí estuvieron alojados los romeros durante unos días hasta que llegó el momento de reemprender la romería.

Sin embargo, antes de hacerlo, los peregrinos, en agradecimiento a la hospitalidad recibida y conociendo el deseo de la comunidad de tener una Virgen, se comprometieron a esculpir una imagen de Nuestra Señora, con la única condición de no ser molestados mientras durase su trabajo de escultores. 


Aceptada esa condición por las monjas, los romeros comenzaron su tarea. Pasadas algunas horas, tanto la abadesa, como el resto de las hermanas empezaron a dar muestras de nerviosismo y ansiedad por ver acabada la imagen. Sin embargo, sometidas a la condición que los escultores les habían impuesto, se vieron obligadas a esperar. Hasta que de repente dejaron de oír los ruidos de las herramientas usadas en el trabajo.

Entonces la abadesa, sin poder aguantar su curiosidad por más tiempo, entró en la sala de la tarea seguida del resto de la comunidad. Y ante sus atónitos ojos apareció la impresionante imagen de la Virgen del Tránsito. Pero no hallaron ni rastro de los misteriosos escultores, que, según la tradición, eran dos ángeles.

Y al examinar con detenimiento la escultura que representaba la Virgen, las monjitas descubrieron que a la sagrada imagen le faltaban dos dedos de un pie. Y eso fue debido, cuenta la leyenda, a la curiosidad de sor Ana, que no dio tiempo a los excelsos escultores a concluir totalmente su obra. 

Nuestra Señora del Tránsito se ha convertido, desde entonces, en la imagen más venerada de Zamora y en varias ocasiones ha dejado momentáneamente su clausura para socorrer a la ciudad en sus infortunios y adversidades. 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario