viernes, 23 de julio de 2021

DEL TEATRO AL CINE (II)

 


De Pedro Muñoz Seca (1879-1936), conviene empezar diciendo que fue creador del “astracán” o “astracanada”, subgénero teatral cuyo rasgo principal es buscar la comicidad a toda costa. Empleó abundantemente los juegos de palabras, los nombres propios que provocan el equívoco y el chiste, los ripios en el verso y las situaciones disparatadas en la acción y en los personajes, llegando en ocasiones a convertir el lenguaje en una parodia incesante, como ocurre en La venganza de Don Mendo, la obra por excelencia del “astracán”, donde Muñoz Seca caricaturiza el teatro del modernismo y algunos caracteres del teatro clásico del Siglo de Oro. Dicho lo cual, en la edición de Aguado de La venganza de Don Mendo, en el prólogo escrito por Benavente para presentar la obra, el autor de La malquerida dice del destino de Muñoz Seca que “no lo mató la barbarie, lo mató la envidia. La envidia sabe encontrar sus cómplices” (se refiere Benavente a que nuestro autor fue fusilado por ser considerado opositor de la república). Además de esta comedia escrita en verso, adaptada al cine en 1961, como veremos, Muñoz Seca es autor de obras como La oca, Anacleto se divorcia, o Los extremeños se tocan (en colaboración con Pedro Pérez Fernández, asiduo colaborador suyo), donde los actores cantan y bailan, y que posteriormente fue llevada al cine por Alfonso Paso (1970) e interpretada, entre otros, por Antonio Garisa, Rafaela Aparicio, Andrés Pajares, Manuel Tejada, y a la televisión.

Siguiendo a Arranz, la idea de convertir La venganza de don Mendo en película partió de una representación teatral dirigida por César Fernández Ardavín para posteriormente ser llevada al cine tras ser rodada en blanco y negro y en un plató. Pero Ardavín abandonó el proyecto y los productores "se lo encargaron a Fernando Fernán Gómez, que había sido contratado para el papel de don Mendo. 

La sinopsis del contenido de la obra teatral de Muñoz Seca, dividida en cuatro actos, podría ser la siguiente: Magdalena, hija de don Nuño, mantiene, sin que nadie lo sepa, una relación amorosa con don Mendo, si bien el padre de la joven está decidido a casarla con don Pero, decisión que don Mendo interpreta como una despreciable traición de Magdalena (en realidad ésta, que quiere ascender socialmente, acepta casarse con don Pero, sin avisar a su amante). Momentos clave: la autoinculpación de don Mendo para proteger a Magdalena, la condena a muerte de don Mendo, la orden de su emparedamiento dada por la propia Magdalena o el casamiento de ésta con don Pero. El éxito de La venganza de don Mendo fue tan enorme que se convirtió, con Fuenteovejuna de Lope, La vida es sueño de Calderón y Don Juan Tenorio de Zorrilla, en  la obra más representada en nuestro país. Oigamos a don Nuño decirle a su hija Magdalena:

NUÑO.– Modestia aparte. Sabes latín, un poco de cocina, / e igual puedes dorar una lubina / que discutir de ciencias y aún de arte. /Tu dote es colosal, cual mi fortuna, / y es tan alta tu cuna, / es nuestra estirpe de tan alta rama, / que esto grabé en mi torre de Porcuna: /«La cuna de los Manso de Jarama, /a fuerza de ser alta cual ninguna, / más que una cuna / dijérase que es cama.»


 

La película fue adaptada de la obra homónima de Muñoz Seca, dirigida e interpretada, como queda dicho, por Fernando Fernán Gómez tras pedir más tiempo para el rodaje siguiendo el plan de convertirla en una parodia del cine histórico. Eso, el color y los decorados falsos adrede, junto con las luchas de espadas llevadas a cabo por verdaderos ineptos en el arte de la esgrima, o la rica e hilarante versificación, entre otros ingredientes, lograron recoger en su mayor parte las características del astracán.  Estrenada la película en 1961, respeta fielmente el contenido de la pieza teatral de Muñoz Seca : Don Mendo, tras presenciar la boda de su amada con otro noble, es encarcelado injustamente. Sin embargo, huye de la prisión para buscar venganza. Se disfraza de juglar y, después de vivir divertidos lances, logra localizar y reunir a los causantes de su desgracia en el pasado, etcétera. El filme, 90 minutos de duración, en color, con fotografía de Aguayo y música de Rafael de Andrés, cuenta entre su reparto principal con los siguientes actores: Fernando Fernán Gómez, que interpreta el papel de don Mendo; Paloma Valdés, el de Magdalena; Joaquín Roa, el de don Nuño; Antonio Garisa, el del  rey Alfonso VII; Lina Canalejas, el de la reina Berenguela; Juanjo Menéndez, el de Don Pero, y María Luisa Ponte, el de doña Ramírez.  


Recordemos la escena de la torre en que don Mendo le dedica a su puñal esta décima curiosa:

“¡Puñal de puño de aluño!
¡Puñal de bruñido acero,
orgullo del puñalero,
que te forjó y te dio bruño!…
Puñal que en mi mano empuño,
en cuyos finos estríes
hay escritas con rubíes
dos frases a cual más bella:
"Si hay que luchar no te enfríes.
Si hay que matar…descabella.”

El teatro español de esta época que estamos tratando, la del primer tercio del siglo XX, cuenta con otros dramaturgos de la talla de los tratados hasta este momento. Y son los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches.


Los hermanos Álvarez Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944), miembros de la RAE, crearon una obra teatral abundante inspirada en las costumbres andaluzas y escritas en un lenguaje esmerado y con diálogos muy ligeros y simpáticos, obra de la que destacamos los títulos siguientes: El patio, El genio alegre, La dicha ajena, Puebla de las mujeres o Malvaloca. Según Arranz, esta última obra, Malvaloca, tragicomedia estrenada en 1912, es el trabajo de los Quintero más veces adaptado al cine: en 1926,  1942 y 1954 (ya durante el cine mudo algunas de sus obras fueron filmadas tanto en España como fuera de nuestro país, como es el caso de La dicha ajena en 1918).


Malvaloca, obra teatral en la que se basó la película homónima, se estrenó en 1912 y cuyos actores fueron, entre otros, María Guerrero, Fernando Díaz de Mendoza, Emilio Thuillier, Conchita Ruiz, María Cancio y Luisa García. La pieza está distribuida en tres actos que transcurren respectivamente en un convento de monjas, asilo de ancianos; en una fundición donde se forjó una campana de ese monasterio, y en la casa del enamorado del personaje principal. Su historia, inspirada en una copla tradicional malagueña (“Meresía esta serrana/ que la fundieran de nuevo/ como funden las campanas.”) se puede resumir de la siguiente manera: Rosita, a la que todos llaman Malvaloca, es una mujer joven y bella, algo ligera que ha compartido su vida con bastantes hombres, circunstancia que le causa problemas constantes con la sociedad, el principal de todos es el rechazo sin paliativos de un país timorato y puritano como el nuestro de entonces. Hasta que la joven se enamora finalmente de Leonardo, colega de uno de sus amantes, que le corresponde apasionadamente. Pero pronto los dos enamorados descubren que su amor despierta la desconfianza y la antipatía de cuantos los rodean. 

Destacan en la obra, además del carácter moralizante que domina en ella, la espontaneidad y sinceridad de sus personajes que, con frecuencia, transmiten una visión  de la vida rayana en la ingenuidad. La gracia andaluza, sin embargo, también muy presente en la obra, es factor común que motiva la atracción del espectador. 

Leamos el momento (Primer acto) en que Malvaloca y Leonardo, los dos enamorados, se ven por primera vez:

“(Llega MALVALOCA. Se detiene un punto en medio del jardín mirando a todos lados, como quien duda adonde dirigirse, y al ver a Leonardo en el corredor vuela hacia él. Malvaloca es bella: su cara risueña y comunicativa; su cuerpo, gentil y ligero; su traza popular. Sus cabellos negros, rizados y cortos, parece que los sacude el aire, según se agitan a impulsos de la nerviosa actividad de la cabeza, llena de fantasías y disparates, que se mueve como la de un pájaro. Viste falda lisa de un solo color, blusa blanca, zapato de charol con hebilla, y mantoncillo de seda negro puesto a modo de chal. Trae ricos pendientes, sortijas y pulseras, que contrastan con la sencillez del vestido. Leonardo, al verla aparecer, se levanta un poco sorprendido. Barrabás se acerca a la hermana Carmen como para comentar la visita. Luego se aleja.)
Malvaloca. Buenos días.
Leonardo. Buenos días.
Malvaloca. ¿Este es el Asilo de las Hermanitas del Amor de Dios?
Leonardo. Este mismo.
Malvaloca. Grasias. Yo vi er postiguiyo abierto, y me entré; pero en mitá'er jardín temí haberme metío en otra parte.
Leonardo. Pues éste es el asilo.” Etcétera.


 

El filme Malvaloca, en blanco y negro y duración de 90 minutos, de argumento calcado de la obra homónima de los hermanos Álvarez Quintero, se estrenó en 1942 bajo la dirección de Luis Marquina (autor también de su guión), fotografía de Guillermo Goldelberger y música de Azagra. Y cuyos papeles principales corrieron a cargo de los actores Amparo Rivelles (Rosita) y Alfredo Mayo (Leonardo). El contenido de la cinta, una historia melodramática con final feliz, ambiente flamenco (canciones interpretadas por Gracia de Triana y bailes de Mercede Borrull) y andaluz (los patios, los requiebros a través de las cancelas, etcétera) y esa atmósfera romántica del sur “fueron aprovechadas por Luis Marquina, siguiendo el espíritu de la copla popular que inspira la trama de esta historia de redención de una mujer que por la noche ‘es de roca y por el día pan de flor”, como dice Arranz. Y continuando con el autor de Las cien mejores películas sobre obras literarias españolas, finalmente la película  “catapultó a la fama a sus protagonistas, en especial a Amparo Rivelles, que firmó con Cifesa un contrato por tres años (…). Claro está que contribuyó notablemente al éxito de taquilla el romance que Rivelles mantuvo con Alfredo Mayo durante el rodaje.” Acompañan a Rivelles y Mayo en el reparto Roista Yarza, en el papel de Juanela; Fernando Freyre de Andrade, en el de Jeromo; Miguel Pozanco, en el de Barrabás; Camino Garrigó, en el de Mariquita, y Pablo Hildalgo, en el de Nogales.

 


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