NATURALEZA MUERTA
DE FANTIN-LATOUR
LAS MENINAS
VELÁZQUEZ
La primera vez que vi en el Prado la escena de Las Meninas yo era un estudiante joven, inexperto de vida y de metáforas, pero supe al instante que tenía ante mí el espejo de la luz que vive hecha arte y belleza, luz que invita al alma a entrar despacio en esa sala y asistir a la vida que ahí late en seres y reflejos, de otro modo a como late la sangre en nuestras venas. Por un momento pude acariciar la piel del perro humilde que soporta el pie de Pertusato, saludar a las niñas, ver qué luces mezclaba en su paleta el artista, y luego huir por la puerta escalonada del fondo iluminado y dar de bruces contra el misterio de volver atrás, a la nieve del río que me lleva.
Después abrí los ojos y salí del espejo, y me encontré de golpe mirando el cuadro en otras circunstancias, ya mayor de vida y de metáforas. Pero el cuadro estaba lleno de los resabios y los secretos de las obras maestras.
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