viernes, 28 de junio de 2024

ESTE VERANO CADA SEMANA UN TEXTO (I) CARTA ABIERTA A VILLÓN

       


       Empiezan las vacaciones de verano, y ¿qué mejor regalo hay para entretener un rato a los seguidores de escribiradiario que ofrecer cada semana un texto para leer, ya sea un relato, una reflexión o un poema?

Carta abierta a Villón 

 Naciste más pobre que una hoja seca perdida en el vendaval. Y si fuiste a la escuela fue porque te llevó la caridad de los demás. De ahí que no te anduvieras con paños calientes cuando empezaste a enhebrar los primeros versos. Era irremediable que hablaras de la dura vida amada, del pan difícil, del hambre negra, de la ruin soledad cotidiana que suele vestir al hombre con sus tristes harapos. No podías perder el tiempo en observar los colores con que el sol se apaga en los crepúsculos, ni extasiarte ante el amor galante del lujo y los jardines. Más bien al contrario, con palabras armadas de atrevimiento y provocación y urgencia rimada, retrataste el surtidor caliente de tu sangre, la impetuosa y libertina catarata de tu vida: muertes, robos, condenas y destierros, y amores desvalijados a las horas en caminos de aldeas y graneros oscuros.

Tu carnet de bohemio se perdió en un instante en una tierra ávida de huesos.

Tus baladas cayeron como fruta madura a los pies del futuro y cien generaciones las recuerdan. “Mais on sont les neiges d’antan?” ¿Dónde están ahora aquellas correrías regadas con vino abundante y abrazos generosos, con reyertas nocturnas  y fugas de París? ¿Dónde están ahora, dime, pícaro sabio Villón, aquellos días de libertad y libertinaje a manos llenas en los caminos y las posadas? ¿Dónde aquellas horas de prisión amargas, con la soga a punto de apretar tu cuello?

Y entre risas y lágrimas, rosas y vino, caminos, posadas y barrotes carcelarios nos fuiste regalando Versos Humanos, Testamentos Profundos, que hablan elocuentemente del chorro impetuoso de tu vida nacido del manantial de la miseria.

Como latigazos restallan entre nosotros todavía tus palabras, verdad desnuda, sin vanos ornamentos.

Este, Villón, es tu testamento: recordarnos siempre que es muy difícil vivir, que la vida es brevísima en tiempo y dilatada en adversidades, y que la muerte pone punto final a esta carrera de tropiezos y caídas, haciéndonos iguales a todos (pírrico consuelo): clérigos y legos, reyes y campesinos, potentados adornados de joyas y ricas vestimentas y andrajosos vagabundos  hartos de arrastrar  su pobreza, como tú, François de Montcorbier.

Agradecidos a tus versos aleccionadores, te deseamos que tengas paz al menos en tu tumba.





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