jueves, 1 de diciembre de 2022

CINEVERSO (III)

 


BETTE DAVIS


Morenas puro fuego, rubias oro puro,

a unas se las llevó el viento y a otras la tinta de la noche,

entre güisqui y tabaco y sábanas de amor.

Y hubo algunas que fueron

reinas del melodrama

--Eva y arpía, adúltera y mendiga

o diosa que bajaba

la escalera de una rica mansión--.

Jezabel sigue viva,

brillando en la pantalla

matando al pobre Acab,

cuya sangre es lamida por los perros.

--Aún sigue habiendo infelices corderos

que, amenazados por la loba de la dura realidad,

viven de los sueños,

agarrados a la tabla de la luz que parpadea.--





JOHN WAYNE


Entra en escena con su andar escorado

el gigante con alma de chaval

y puños justicieros.

Y todos los bandidos que le acechan

caen sobre el barro llenos de plomo.

Una nube oscura se posa en el tejado

y aplaude un instante,

y luego va a llover a las vastas llanuras,

donde los pieles rojas, con tambores de guerra,

preparan la venganza. Nada importa:

el héroe se coloca los revólveres,

encara su Winchester y espera

la lluvia de las flechas que se clavan

en la viejas maderas de los ranchos.

Ya es de noche. Los coyotes aúllan

y los buitres esperan la carroña

que vomitará la batalla.

En el miedo de la espera

los viajeros intercambian sus miedos

antes de que el diablo y la muerte

pongan a todos en su sitio.

Después vendrá otra vez la luz del alba,

y la diligencia

—la vida renacida—

reanudará la marcha.




LOS HERMANOS MARX


Eran más de tres

para quienes las reglas eran nubes

en su cielo de estrellas.

Uno llevaba

un sombrero que parecía

rescatado de una casa de empeños.

Otro era huérfano de palabras

y pródigo en estruendos de bocina

y tierno en acordes de arpa libre,

cortaba la cintura a las corbatas

y perseguía a las Dafnes

como un terreno Apolo.

El tercero tenía nombre ruso,

de payaso de circo o foca amaestrada,

bigote de cepillo, cejas viajeras

y andar de Ibis con las piernas dobladas.

Artista de la palabra y del tiempo,

no conservaba la juventud:

era la juventud la que vivía en él.

Y así sucesivamente...

Más (Marx) que hermanos,

eran iconoclastas del Far West

y podían convertir un tren en leña,

un camarote en una caja de sorpresas

y un circo en un milagro.

Puestos a pedir, les pediría

un vaso de honradez para la humanidad

y unas gotas de infancia para nuestras almas viejas


.


EL CINE BÉLICO


Con ellos entrábamos en la jungla

y notábamos en la piel los dientes del peligro,

temiendo que alguna bala

nos dejara secos entre los mangos.

Con ellos celebrábamos las victorias

y llorábamos las derrotas,

éramos encerrados en campos de concentración

y sufríamos torturas

o moríamos en las cámaras de gas.

Y aunque alguna vez subíamos con ellos

a colinas donde el amor

abrazaba nubes de esperanza,

el resto de la vida

vivíamos en trincheras sin mañana,

aprendiendo posturas

para morir dignamente algún día

--en el frente no había novedad:

sólo un gorrión posado en la alambrada,

y de repente, un soldado,

muy cerca de nosotros,

mientras soñaba en sus recuerdos,

encontraba la muerte dulcemente--.

Lo peor que llevábamos

era ver cómo las bombas negras

arrasaban hogares y familias,

y cómo los huérfanos en trenes oscuros

eran desterrados a la desesperanza.

Finalmente, se encendía la luz

Y salíamos a la calle de la verdad

y cogíamos de nuevo el paso de la vida

sin perder jamás el miedo a la muerte.

 




 

EL CINE EN 1944


Mientras un servidor nacía

y veía la luz de las mañanas,

del río y de las huertas,

el cine encandilaba en luces blancas

la soledad y el luto de la guerra de Europa

y ayudaba a sufrir las cartillas de racionamiento.

El Clavo hablaba de historias amorosas

con jardines de amapolas ocultas

que sólo podía curar el tiempo

a través de la lectura de un cráneo taladrado.

Líricos neorrealismos de adoquines

donde rodaban bicicletas tristes

hacia el hambre y el miedo

--Roma era una ciudad ocupada por botas alemanas

donde los panes estallaban en esquinas

habitadas de frágiles niños

que jugaban a ser hombres sin haber sido niños--.

La libertad, la resistencia

habían nacido para acabar en campos de exterminio.



Mientras un servidor nacía

en esta otra ladera del misterio

--Laura moría en la pantalla.

Más que un grito blanquinegro,

fue un fantástico viento que limpiaba

la polvorienta primavera de un retrato,

el gris silencio

que el azar de los lirios pobló de mil susurros--.

Y yo era un llanto vital

que visitaba las cruces de las tumbas

en un febrero helado

que tapaba su desnudez con luz de almendros.


1944

fue un año de princesas y piratas,

de luz que agonizaba,

de viajes a Oriente, donde todo era magia.

Y mientras, Jack

degollaba en las esquinas

columnas de la cama y de la mesa.

Y la mujer azul de nuestros sueños

se asomaba a las pantallas

y abría paréntesis de paz en la guerra del día.

 


 






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