ESPECTROS DE LUZ
“Ustedes son viejos prematuros, ustedes
son muertos sin saberlo,
la bestia sigue amenazando.”
Charlie Chaplin
EN LA SOMBRA
No importaban los puentes
por donde pasaban las horas del verano,
ni si eran muy largas las tardes
para jugar al fútbol en las eras,
ni los árboles secos ni la lluvia
escondida en la esquina del futuro.
Sólo importaban los dos seres
que nacían de la luz de la pantalla
y en un beso repetían
el sabor de estar juntos para siempre,
mientras el mundo dejaba de existir
y yo latía de amor
hecho fuego en la sombra junto a ella.
GRETA GARBO
Ella vino del norte
como las luces del invierno
y se sembró en los ojos
de los que somos irredentos melancólicos .
Fumaba y besaba
como un ángel que reclama su trono.
Hablaba de amores,
de edenes,
de callejas donde las sombras eran abrazos.
Y mientras hablaba
sonreía con brillos apagados de luna
y sonaban sus palabras a pasos en la alcoba,
a llantos de princesas sin palacios,
a besos de cubitos de hielo
en un cóctel de Ron Blanco.
Era casi celeste,ç
casi divina
Ella vino del norte
como las luces del invierno
Y se marchó en silencio
como la luz que un día
vino a alumbrarnos sola.
Y se quedó en forma de flor
en nuestro huerto triste.
Ella vino del norte como los blancos fríos
y se puso a fumar rebeldemente
y a besar como un ángel que reclama su trono.
Sonaban sus palabras a reliquias de tiempo
y a veces sonreía con brillos apagados de luna.
Era casi celeste,
era casi divina.
Ella vino del norte
y se marchó en silencio,
con la luz fantasmal de la pantalla.
BUSTER KEATON
Los niños vivíamos de repente
en la plaza sin nadie de un reloj,
mientras él se burlaba de las sombras,
de las vías,
de las calles del hampa,
de los ojales desojados
por claveles blanquinegros.
Y bogaba por el mar de nuestras almas
dejándonos el húmedo silencio del alcohol
o la tapia de un mundo que se cae.
Colegial,
maquinista,
detective,
él sabía hechizarnos
y subirnos a columpios de risa
hasta llorar.
Y aun así
no queríamos que su espectro de luz
volviera a condenarnos
a la gris realidad
de nuestra infancia de posguerra.
CHARLOT
El hombre del bombín y del bastón sagrado
escanciaba en la copa
de nuestras ilusiones
gotas de su ternura
--vagabundo, payaso, tramoyista, emigrante...--
y nos abrigaba el alma contra el miedo
y armaba con plumas de ángel nuestras pobres alas.
--magia y esperanza--.
Y así, una bota vieja era un manjar de dioses.
Él nos enseñó a ser nosotros mismos
y a no ser cobardes prematuramente,
Y luego se alejó
con su andar peregrino
hacia la luz final de la pantalla.
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